Mejorando con la Guarnición Parte 1

1744 Words
Daniel despertó temprano abriendo los ojos con dificultad, con dolor de cuerpo, con hambre, y mucha sed, algo sentido por la fiesta de anoche, aunque no bebió nada en absoluto dormir tan tarde le afecto. Al despabilarse de inmediato busco la guarnición de Wintus que había dejado en la mesita de noche que estaba al lado de su cama, y efectivamente estaba donde lo había dejado, no la toco porque las veces que lo había hecho sintió como si drenara energía de su cuerpo y así fue como se activó la primera vez. —«Debo practicar con esa cosa lo más pronto posible, pero primero a desayunar» —Pensó Daniel levantándose de la cama, se había dormido con la ropa puesta, esta estaba toda arrugada, desencajada, y después de una noche de fiesta no olía a rosas. Pero antes de que siquiera pensara en buscar ropa en el closet de la habitación varias personas entraron de improviso sin siquiera avisar, esto sobresalto a Daniel que reacciono tratando de tocar la empuñadura por si algo pasaba, pero eran solo los sirvientes que entraban con bandejas de agua, ropas, sabanas, y toallas, Daniel no entendía que estaba pasando por enésima vez. —¿Se puede saber por qué entran sin avisar y trayendo todo eso que traen? —pregunto Daniel con el mayor tacto que pudo dar mientras levantaba las manos con las palmas abiertas indicando que pararan lo que estaban haciendo. —Es para su baño su majestad, debe asearse para que luego pueda ponerse la ropa limpia, no creo que quiera ir al comedor viéndose así —respondió una de las sirvientas como si le estuviera hablando a un niño de algo obvio que ya debía saber, las demás sirvientas asintieron mirándolo con condescendencia. —Muchas gracias por la intención, pero eso puedo hacerlo yo solo, ¿aquí tampoco hay un baño privado verdad? —los sirvientes se le quedaron viendo extrañados por lo que estaba diciendo. —Hay uno justo en la puerta que está a su izquierda su majestad —respondió otra de las sirvientas hablando con algo de vergüenza señalando con una mano y tapándose la boca con la otra mano que formaba un puño. —Agradezco la aclaración, ahora pueden salir —los sirvientes se quedaron un momento parados sin saber muy bien que hacer, pero cuando uno salió los demás lo siguieron. Cuando el último de los sirvientes salió Daniel fue a inspeccionar el baño, el de la iglesia era uno comunal y no se sintió bien hacer sus necesidades en ese lugar, mucho menos bañarse, fue casi una tortura, en cambio el baño de esa habitación le recordaba más a los baños de su tiempo. Este Baño tenía un inodoro, una bañera, y una palangana, que a Daniel le pareció un lavamanos lleno de agua y sin grifo. El agua que los sirvientes habían llevado era agua tibia, Daniel hizo lo propio y la llevo a la bañera, pero antes se dio gusto y uso el inodoro, no había extrañado jamás un baño, pero ahora se daba cuenta de lo mucho que tenía en su tiempo. —«Gracias a todos los cielos por aquel que invento los baños privados, no se como pueden cagar mientras otros los miran y hacen lo mismo» —pensó Daniel mientras excretaba en el inodoro. Terminando entro en la bañera lavándose como pudo. Cuando Termino de asearse salió muy a gusto, los sirvientes que habían entrado en la mañana estaban afuera de su cuarto esperándolo nerviosos, al verlo bien arreglado soltaron un suspiro de alivio, y lo dirigieron al comedor, allí estaba la familia real, los príncipes, el rey, y la reina, tomando su desayuno. —Buenos días joven Daniel, ¿cómo amaneciste hoy? —decía la princesa Dalila con una cara de genuino interés, Daniel se sintió incomodo por la pregunta ya que recordó a la mujer desnuda en su habitación y un escalofrió recorrió su cuerpo por la remembranza. —Bien gracias —dijo Daniel mientras se sentaba en la mesa y los sirvientes le servían el desayuno. Se acomodo su ropa incomodo por lo que estaba viviendo, la familia real en cambio parecía muy cómoda con todo aquello como si nada les perturbara. —No nos han presentado formalmente, un gusto poder hablar contigo heredero de Wintus Daniel, soy Aludra Maritsa Cars de Wintuson —Daniel casi expulsa la sopa que estaba tomando cuando escucho el Cars de su apellido, se imaginó que venía de una familia de automóviles, pero logro mantener el decoro—. El gusto es mío señora. Después de esos breves intercambios de palabras nadie hablo y se concentraron en comer, Daniel mostro unos modales impecables que dejaron sorprendidos a todos los que lo vieron comer, y antes de que terminara su desayuno Daniel rompió el silencio. —Debo ir a la santa sede su maj… señor Marcus, no sé cómo llegar solo, ¿podría una persona guiarme hasta el lugar? —Daniel hablaba con la mayor propiedad que pudo, se limpio la boca con una servilleta de tela y espero la respuesta, algo incomodo por tener que pedir algo. —Desde luego, pero ¿no deseas una comitiva más numerosas? Es un poco vergonzoso admitir que tu ciudad no es del todo segura, pero así es, sería mejor ir con guardias —respondió el rey levantando la mano y preparándose para llamar a su sirviente y ordenar una comitiva mas grande. —Así está bien no se preocupe —Daniel no era idiota (al menos él pensaba que no tanto) sabía que podía pedir guardias, un guía, y además caballos para llegar más rápido, pero prefería pedir lo menos posible ya que intuía que lo que le estaban dando no era por caridad. El rey Marcus solo asintió con lentitud, llamo a un sirviente y le dijo algunas instrucciones, pasados unos minutos, justo para que Daniel y la familia real terminaran lo que restaba de sus desayunos, una sirviente llego y se arrodillo delante de Daniel. —Yo seré su guía heredero de Wintus su majestad, mi nombre es Janice Mor —la que hablaba era la mujer que había estado desnuda en la habitación en la que se suponía él iba a dormir. A Daniel le tomo unos segundos darse cuenta que era ella, ya que la forma de hablar era diferente, hablaba con seriedad, además llevaba el cabello recogido en un moño, una ropa gris que cubría todo su cuerpo y no daba ningún indicio de su curvilínea figura. La actitud de esa Janice era muy diferente de lo que había sido cuando Daniel la vio. Todos se quedaron esperando la respuesta de Daniel, pero él se había quedado mudo, no sabiendo que decir solo atino a cerrar el puño y levantar el pulgar como signo de que estaba bien, pero nadie entendió lo que significaba, creando una atmosfera aún más extraña. —Deberíamos ir yendo —dijo Daniel levantándose de la mesa y agradeciendo la comida que había recibido. Al salir de palacio varios guardias y caballeros se ofrecieron a acompañar a Daniel, pero él se negó, también le ofrecieron un caballo, pero por las mismas razones del día anterior declino la oferta. Todo el camino hacia la santa sede del Luzismo Janice y Daniel no intercambiaron ninguna palabra, Janice lo intento, pero Daniel se quedó callado además de que camino más rápido cada vez que ella abría la boca, y al llegar a su destino solo movió la mano despidiéndose de Janice. Ella lo quiso seguir, pero en la puerta de la santa sede el caballero Gram lo estaba esperando con varios caballeros de la iglesia acompañándolo, estos caballeros detuvieron a Janice de continuar, estuvo intentando seguir un buen rato, pero llegado un punto se rindió y se fue, por lo que Daniel vio ofuscada de no entrar. —Gram, amigo ¿cómo estás? —Daniel extendió la mano hacia Gram, este a su vez le devolvió el saludo, pero con lentitud, como si dudara en hacerlo mostrando su habitual seriedad, por ello Daniel no se dio cuenta que no actuaba del todo igual. —Bien Daniel heredero de Wintus, como está pactado te ayudaremos a entrenar y a usar tus poderes síguenos por favor —la respuesta de Gram fue fría, como si hubiera sido ensayada, nadie dijo nada más, así que Daniel lo siguió al campo de entrenamiento un poco desilusionado por la actitud de Gram. En el extenso campo de entrenamiento una parte había sido separada, dentro de ella estaba un hombre de brillante armadura plateada, con un símbolo de tres haces de luz encerrados en un círculo, era el supremo caballero Cesar Lumbrent. —Mucho a cambiado en solo unos días, Daniel Prado, ¿o ahora debería llamarte heredero de Wintus? —decía Cesar haciendo una reverencia mientras sonreía. —Daniel está bien señor Cesar, ¿usted es el que va instruirme? —Daniel hablaba aliviado de que al menos una persona lo tratara con un poco más de normalidad. —Eso intentare, no sé si tus poderes serán comparables a las bendiciones divinas que recibimos de la luz de Dios, aun si no lo son veremos cómo utilizar tu poder para beneficio de todos. Primero que todo quiero que intentes utilizar tu poder y cortar esos hombres de paja que pusimos —Cesar señalo a las pajas que estaban puestas en un tronco de tal forma que tuvieran cierta similitud con la de un humano. Daniel tomo la guarnición y de nuevo sintió como esta guarnición tomaba algo de él, en la plaza solo había distinguido el poder que había en lo que había quedado de la espada, pero ahora podía sentir como su cuerpo perdía algo e iba a lo que quedaba del arma legendaria. Sintió como si tuviera una espada, se concentró en su objetivo y moviendo la guarnición como si tratara de hacer un corte, partió por la mitad no solo al primer hombre de paja, sino que los corto a todos de un solo movimiento. Al terminar se percató de algo de lo que no se había dado cuenta en la plaza Wintus por la conmoción del momento, estaba respirando con fuerza, como si hubiera hecho ejercicio, y su corazón latía más rápido, concluyo que usar ese poder no tenía un coste cero para su estado físico—. «¿Tendrá algún efecto nocivo en mi salud si lo uso mucho?»
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