++++++++++++++++++++++++++++++++ Desperté sola. La primera sensación fue el vacío a mi lado. El lado de la cama que todavía estaba tibio, pero sin él. Emiliano. No debería haberme sorprendido, y aun así me mordí el labio, con esa estúpida punzada en el pecho que no quise nombrar. Él nunca prometió quedarse, yo tampoco lo pedí. Lo nuestro estaba definido: sexo. Eso me repetí mientras me estiraba perezosa entre las sábanas arrugadas. Solo sexo. Me levanté con el cuerpo algo adolorido, como si cada músculo quisiera recordarme lo que habíamos hecho en la tina y después en la cama. El espejo me devolvió una imagen peligrosa: el cabello alborotado, el cuello marcado, los labios hinchados. Maldición. Respiré hondo, como quien intenta borrarse a sí misma, y me fui directo a la ducha. El agua h

