Al escuchar sus palabras, sintió que su alma acababa de abandonar su cuerpo. Un grito entrecortado salió de sus labios haciendo que Zeus desviara su atención a sus labios. Se mordió el labio inferior al ver esos labios carnosos. Lentamente abrió sus ojos. —¿Por qué haces esto? Por favor, puedes preguntar cualquier cosa, solo déjame ir -susurró rompiendo su trance. Zeus miró sus grandes piedras esmeraldas antes de dejar su mandíbula y colocar su palma contra la pared. Él inclinó su rostro más cerca de ella haciéndola acurrucarse aún más. Su barbilla estaba hundida debajo de sus rodillas haciéndolo inclinarse hacia abajo. —No quiero nada de ti hermosa —dijo mientras sus ojos le lanzaban la mirada más peligrosa asustándola como la mierda—. Te quiero. Tu todo —agrego en un murmuró haciéndo

