Viviendo con miedo

1255 Words
Abir Abdaláh Nunca supe lo que era vivir dia con día en zozobra constante hasta, hasta el día en que caí en manos de mis detractores. Recuerdo todavía muy bien, el hombre de color de ojos neg*os fulminantes. Él era áspero de rostro y muy intimidante. Parecía que su propósito era mantenerme en constante miedo, hasta ese momento llegado. —¡Asi que eres tú! —Dijo tomando mi cara en su palma grande y apretando mi mandíbula. —Eres Linda, pero... tu belleza es limitada, con el tiempo pasarías a ser vieja y antes de eso, tu carne empezará a ser flácida, sería mucho mejor si te vendiera al mejor postor —Dijo el hombre que tenía la cara una gran cicatriz, una bien áspera. —!Maldito! —Dije con repudio apretando mis dientes.—Ssh, ah, lo que más odio, una mujer con la lengua bien larga. —¡Suéltame! —Grité. El volteó mi cuerpo en un movimiento rápido y preciso, metió su otra mano en mi vestido y sus manos recorrieron mi intimidad, trató de hundir en mis partes ese dedo largo logrando que yo gritara de dolor. —Ummm... —Sonrió malévolo —Aún te conservas el hoyo tapado. —Pero el hoyo de atrás a de estar dejando salir tus .... No terminó la frase, se puso a reír mientras yo moría de un miedo tan profundo. —Jefe Mohamed —Alguien lo llamó desde afuera, respiré hondo, fue como ser salvado por la campana, él me soltó muy molesto y me susurró. —Anímate, muchas lloran al principio, pero luego piden que le dé solo por ahí. Mis ojos se agrandaron bien grande, aún tenía la mente limpia e inocente, aún creía en la bondad de las personas, pero venía este engendro del infierno para hacer de mi una cloaca humana para albergar su basura. Sobé mi cara, él me había apretado muy fuerte, Incluso tenia su huella de dedos. Asomé para ver qué hacia, solo pensaba en que él podía volver de nuevo y hacerme daño. Lo ví hablando por teléfono, él hasta tiró el móvil e hizo un traspiés. Se le acercó otro empleado y le dijo. —Señor Aziz ... el Patriarca le habla—El hombre malvado chasqueó la lengua muy enojado y habló casi gritando. —¡Ahora que quiere ese viejo! Dile que no me has podido encontrar —El empleado lo mira con miedo y se agacha diciendo. —Ya sabe todo —Continua. —Dice que no te atrevas a dañar a la joven, que la lleves de regreso intacta. —Asi que juega a que sabe todo y controla todo, eh. Tranquilo, dile que vamos para allá. Yo le veré la cara a él, lo dejaré como un estúpido idiota, controlador. Dice molesto y veo que camina a zancadas hacia mi dirección. —Oh, Santo Dios de los cristianos. Que haré ahora —Me escabullí en el rincón más oscuro, pero él de todas maneras me encontró. —Oh, pareces una rata de alcantarilla, te escabulles de mí. —Te enseñaré lo que es gozar —me dijo y sin más rompió mi vestido largo hasta los tobillos que traía. —Por primera vez estaba mi cuerpo expuesto ante otros. Abrió muy grande los ojos, se acercó a mí y empezó a lamerme el cuerpo, lo hizo empezando por mi mano, llegando al ante brazo y torso. Cada vez se agitaba más y mas mientras yo estaba sumida en la desesperación y el miedo. —Oh, maldita sea, porque decidí venderte—Dijo en su frenesí de lujuria incontrolable. —Me gustas, me gustas mucho—Balbuceó. Su intención era seguir en ésto, pero otra vez alguien tocó la puerta. Él se enojó, sus ojos parecían querer salirse de sus sitios. Yo aún seguía en el país donde conocí lo que era ser libre y vivir sin hostigamientos, siendo como otro mas, alguien común. Mi madre Basima nunca me había hablado acerca de que había hombres así, me hizo crecer y vivir en una burbuja de amor y felicidad. Tiempo después me enteraría que este hombre era de mi propia familia del Clan en la que había nacido mi madre y del cual mi madre había sido expulsada al casarse como si ella fuera un gran estorbo. No sabía que mi madre Basima Mohamed era de los descendientes de uno de los Clanes más poderosos y prominentes de la Península Arábiga. Así como tampoco sabia que ahora mismo mi madre o en este caso yo representábamos la última o quizás la única esperanza para generar un heredero de sangre para la Monarquía del Clan de la familia Mohamed, la familia de mi madre. Su patriarca y jeque me quería de vuelta a como diera lugar, pero el nieto de su primo hermano me quería deshonrarme, me quería violar, a la vez venderme como virgen, por ello, quería darme por el chiquito. Aziz Mohamed, él llevaba el apellido, mas no la sangre de los Mohamed, por eso, el Patriarca quería que yo fuera llevada ante su presencia, iba a sersiorarse de que realmente yo fuera su bisnieta, entonces me iba a entregar a Aziz Mohamed cómo esposa, para darle herederos de sangre al Clan del norte Arábigo. —Ahora porque molestas —Dijo Aziz asomándose casi desnudo. —El subordinado señaló con discreción hacia la dirección contraria, el hombre ahí parado también tenía cicatrices por todo su cuerpo. Dijo. —Vengo por la chiquilla. —la mente de Aziz explotó. ¿Por que era tan, pero tan importante está mujer para todos, si, prácticamente eran todos las que lo querían. Empezando por su abuelo, este otro Jefe del Clan Qatar. Debía investigar más a fondo, se dijo malhumorado. El dijo a su trabajador. —Hadid hazte cargo de la transacción, mientras yo termino con algo. Volvió a la habitación solo para verme a mi armada con un tubo arrancado del baño, se puso a reír de mi y dijo. —Solo te enseñaré a cómo disfrutar con un hombre. Me tomó y me tiró a la cama, me levantó la vestimenta y sobó el mero asterisco de mi cu"o. El degenerado hombre no estaba jugando conmigo, queria fundirme por ahí. Remojó con su saliva su dedo pulgar y quiso introducir el dedo en mi ano, todo un espectáculo, pues el otro tipo para comprarme como un pendejo objeto también estaba parado en la puerta viéndonos. —¡Cómo te atreves a tocar la mercancía! —Aulló como animal salvaje. —Jaja —Sonrió el otro depravado, y lo que dijo me llenó de miedo. —Ya no tienes que comprarla —Ya la usé —Mintió. —No me importa, igual la llevaré, ya no puedes decidirlo, ya he pagado por ella, me hiciste venir desde lejos por ella. Ver pelear por mi me llenó de incertidumbres, ¿quienes eran, quien era yo? Bajé mi vestido mirando llorosa, le hombre de la puerta se acercó a mí y me apartó la cabellera de mi rostro y una mujer con hiyab me tomó y me sacó de la habitación, me llevó a otra y empezó a revisarme, ella dijo. —Tranquila, soy doctora. —Voy a revisar que no te hallan tocado. —El casi me viola —Dije, la mujer me sonrió, era lo más parecido a la amabilidad desde que muriera mi madre, así que cuando me dió una pastilla roja diciendo que me relajaría lo tomé sin pensarlo.
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