Siempre fuí criada para ser la esposa de un hombre importante. Mi madre y mi padre siempre quisieron eso, y mas cuando nací, era una criatura tan hermosa que todos adoraban tenerme y cargarme.
Y fue así que surgieron muchos padres de hijos hermosos para desear comprometerme para sus hijos como una primera esposa.
El problema era que yo desde que tenía seis a siete años, conocí en persona a Omán, para entonces mi padre me dijo.
—Hija mía, si Alá te favorece, serás la esposa de ese chico hermoso que está ahí —cuando volvió su mirada hacia mi, él era serio y distante. Tenía los pómulos enrojecidos de tanto haber estado montando a caballos de pura sangre, pero él no me sonrió, solo me ignoró.
El tenía sus diez a 11 años y me pareció un chico muy lindo.
Luego estaba ahí, vi a Assad, otro j
