4- Promesa.

1227 Words
Capítulo 4. Promesa Dos años atrás… Raúl. Mi padre huyó del país, no fue un simple viaje de negocios, él estaba siendo perseguido debido a sus maneras poco ortodoxas de ´´hacerse cargo´´, para así obtener lo que deseaba; mi hermano menor Bruno prefirió no aceptar la ayuda de su madre, la mía o la de nuestro hermano Paulo, la última conversación que tuve con él fue verdaderamente novedosa, pues no imagine que preferiría llevar una vida con apenas y unos pocos lujos por el simple hecho de estar cerca de Ada y sus hijas, aunque pensándolo bien yo hubiese hecho exactamente lo mismo, apenas y transcurrieron unos meses desde que ellos volvieron a estar juntos, la sola idea me llenaba de envidia y tristeza, trataba de sentir felicidad por ambos, pero sería falso… Ver a mi propio hermano feliz al lado de la mujer de quien también me había enamorado perdidamente, frente a ellos y frente a las personas, debía fingir que todo marchaba bien, aunque mi realidad era completamente distinta, por dentro no podía comprender cómo Bruno siendo un completo idiota y tras haber utilizado a Ada, ahora esté feliz a su lado. —De nuevo estás aquí. —Bruno venía seguido a verme, al parecer aún le resulta difícil su nueva vida con privaciones. —Sí, me gusta este bar. ¿Tú qué haces aquí?, pensé que estarías acomodándote en tu nueva casa, con tu familia. —Para cuando mi hermano llegó junto a mí, ya había bebido lo suficiente como para que me resultase complicado mantener la boca cerrada, en el pasado le había confesado que su ahora novia me gustaba. —Mira, sabes que no me importa en lo más mínimo lo que hagas con tu vida, pero Ada insistió en que debo hacer las paces contigo; no te he perdonado, que eso quede bien claro. —Guardé el secreto de que Ada estaba embarazada cuando él se marchó, inclusive oculté a Ada que mi hermano la buscó al poco tiempo que se había marchado tras haberla engañado para que el abuelo invirtiera en su empresa, tal vez y un mínimo de esperanza no dejó de crecer, pero todo eso fue en vano. —Al final de todo te saliste con la tuya Bruno, te quedaste sin dinero pero con tres valiosas mujeres. —Mis sobrinas Sol y Luz eran las únicas que me importaban, a Ada debía dejarla ir, aunque eso resultaba casi imposible, ella se había impregnado en mi alma, en el rincón más oculto de donde se hacía prácticamente imposible quitarla. —Voy a recuperarlo todo, pero ese viejo supo hacer sus malditas jugadas, tengo que hablar contigo, lo quiera o no, tú eres quien trabajó más de cerca con nuestro padre desde siempre, conoces todos sus movimientos financieros. —Acomodo la butaca de madera en la que me encontraba sentado, no acostumbro beber alcohol en cantidades imprudentes, pero la botella de whisky comenzó a ser muy tentadora. —¿Y qué harás después?... ¿Abandonarás de nuevo a Ada?. —Bruno se acerca a mí con brusquedad, los guardias dentro del bar ya nos estaban observando, nada me haría más feliz que golpearlo por ser un desgraciado con buena suerte, él estaba siendo feliz mientras tanto yo me hundía en la amargura. —Raúl, vine aquí, no precisamente por voluntad propia, si sigues insinuando que dejaré a Ada, entonces preferiré no volver a verte y encargarme yo mismo de que mis hijas reciban la herencia que les corresponde. «Debo tranquilizarme, Bruno no tiene por qué conocer estos sentimientos que no me abandonan, ella es su mujer… Lo prefirió a él, fui rechazado.» —De acuerdo, no estoy teniendo un buen día Bruno, lo mejor será que me digas a qué debo tu visita, luego iré a descansar. —Quiero que seas el padrino en mi boda. —Esbozo una sonrisa ante aquella propuesta, mis sentimientos son un secreto, pues hace tiempo ya debí haberlos borrado. — ¿Qué es tan gracioso?. —Dice mientras bebe cerveza sin apartar su mirada de mí. —Claro, allí estaré. Si me disculpas, no me estás ayudando sentado aquí, es mejor que vayas a casa con tu familia, estoy esperando a alguien. —Mentí, no quería seguir viéndolo porque de lo contrario lo golpearía, soy una persona pacífica, pero he aguantado demasiado rencor en los últimos años. «Familia, lo he repetido en más de una ocasión en la conversación.» —¿Tú esperas a alguna mujer?. ¡Vaya!, finalmente decidiste dejar a la loca de Laura porque no la veo, acabas de contradecirte, supuse que irías a descansar. —Laura es mi exnovia, demasiado celosa y dominante, me resultaba imposible trabajar debido a sus celos enfermizos, ninguna asistente de clases o en la oficina perduraban trabajando conmigo. —Así es, permiso. —Me dirigí al baño de hombres, había bebido más de la cuenta y no podía conducir. «Cuando regresé a la barra, vi a una mujer muy hermosa, tenía el cabello rubio y largo, sus labios lucían un hermoso color rojo. Mis años de experiencia me dijeron enseguida que para ella tampoco pase desapercibido.» Sería interesante olvidarme de todo estando con una mujer tan linda como ella, no se veía vulgar, soy exigente en cuanto a las mujeres, me gustan las que son reservadas y tímidas, pero si está en un lugar como este, tal vez espere a alguien. —¿Tienes compañía?. —Pregunto de inmediato. —No, vine sola. —Responde con una sonrisa, la miré con detenimiento debe ser más joven que yo, aunque con una luz tan tenue se hacía difícil saberlo con precisión. — ¿Quieres que compartamos alguna que otra bebida?. —Propone con una sonrisa cautivadora, obviamente no dudé en aceptar. —¿Vienes seguido?. —Hace una mueca pensativa. — No te había visto, y últimamente estoy aquí muchos días a la semana. —Digamos que vengo a veces, cuando tengo tiempo y no quiero pensar en nada, ni en nadie. —Su voz suave y seductora era música para mis oídos. —Entonces ya somos dos… —Seguí bebiendo en compañía de aquella mujer desconocida por apenas una hora, ella se despidió levantando una de sus manos, era un gesto algo tierno para alguien así de sensual. Llevaba una falda negra holgada y una blusa que hacían lucir sus hermosas facciones femeninas. Cuando se fue, uno de los guardias tuvo que ayudarme a llamar a uno de los choferes del hotel en donde me hospedaba de manera permanente. Fui hasta la ducha, el agua era tan fría como mi corazón en aquel momento, cerré mis puños con tanta fuerza que casi me lastimo debido a la fuerza, el agua hizo que mis lágrimas pasaran desapercibidas, mi realidad era terrible, siempre fui el hombre correcto, haciendo todo correctamente, y ahora… La vida se empecina en hacer de mi vida una maldita miseria. Grité con fervor, un grito ahogado y casi siniestro, esto no es correcto, jamás lloré por ninguna mujer, esta fue la primera vez y me prometí que nunca lo volvería a suceder. El amor es un tropiezo, un error… «Creí que estaba enamorado de Laura, que el amor era sencillo, pero ahora la mujer a quien amé desde el primer momento es la prometida de mi hermano…»
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD