Quebec es otro mundo. Hace un calor del demonio, pero según la señora que no paraba de hablar en el avión, dice que en unos dos meses empezará el frío. En la casa de intercambio, me toca compartir habitación con Santiago, un chico Brasileño, qué está aquí estudiando literatura. En la misma casa viven, una chica algo exótica, cabello morado, tatuajes y un arete en la nariz y otro en la ceja. Ojos tan negros que dan miedo. Su nombre es Kasha, otro chico completamente rubio. Ojos azules y con una cara de militar impresionante, se llama Igor. Al presentarnos todos parecen muy amables, los dueños de la casa parecen muy buena personas. Kate y Raúl, una pareja de unos 30 años. Nos cuentan que ellos hacen esto por que tuvieron una mala experiencia en un intercambio y ahora que tienen la posibilid

