The Obsidian Pact

2426 Words
"La obsesión es un mar en calma que esconde un torbellino en sus profundidades" ⛤⛤⛤⛤ Las calles de Londres Blanco son como venas congeladas, surcadas por el tiempo y el silencio. El aire gélido huele a humedad y a secretos sepultados bajo la nieve que cae incesantemente. Las casas, altas y estrechas, se inclinan hacia el pavimento como si quisieran susurrar sus misterios al viento. Este es mi hogar, un lugar al que llegué sin ser esperada, sin brazos abiertos que me recibieran. Un lugar donde la soledad me ha acompañado desde el primer momento, donde cada ser teme por su vida, donde he visto las peores facetas del ser humano, donde he pasado hambre y he tenido que utilizar cualquier tipo de trabajo para sobrevivir. Y ahora, soy yo quien paga por información que me acerque a la verdad. He estado viviendo con el hombre que me acompaña en cada paso que doy, quien ha estado presente en cada respiro mío, quien me vio renacer en este lugar y que curó cada una de mis heridas con un cariño que nunca antes había conocido. Es a él a quien le debo mi vida, a quien ahora veo como un rey, a quien le he dado cada una de mis alegrías y mi forma de querer, porque solo conozco dos formas de amar: la obsesión absoluta o el amor que siento por Cael, un amor puro y verdadero. Mis pasos resuenan en las calles desiertas, y mis ojos observan con cautela a mi alrededor, siempre buscándolo a él, a esa oscuridad que siempre me acecha. Durante la temporada de frío, que parece ser eterna en este lugar, llevo una capa de terciopelo n***o que cubre mi rostro. Es mi única compañera en este mundo gélido, la encontré un día en una biblioteca, después de una larga caza. Pasé por ese lugar y la vi, como si me estuviera llamando, como si yo fuera su dueña. Entré cuando no había nadie y cuando la tuve en mis manos no la pude soltar. Me recordaba a un verdadero hogar, a un lugar donde tal vez algún día fui feliz. El recuerdo de ese día me saca una sonrisa melancólica. Subo mi mano y toco suavemente mi hombro, sintiendo el calor de la marca que llevo grabada en la piel. Late en mi palma como si fuera una extensión de mi propio cuerpo. Llevo tiempo buscando por qué esa marca vibra como si tuviera vida propia, pero mis dudas no han sido resueltas. Es algo que a veces me impide dormir, pero sé que se despierta con más intensidad cuando lo siento cerca. ⛤⛤⛤⛤ Mientras camino por las calles anchas, mi mente vuelve a la actualidad y observo con atención a mi alrededor. En cada esquina, en cada calle, hay criaturas tan variadas como los reflejos en los espejos. Los licántropos son como los desechados de este lugar; siempre acechan en los callejones, y sus ojos amarillos brillan con hambre. Los olvidados, que se encuentran en todas partes, nadie sabe sus nombres ni siquiera son notados por las personas que pasan a su alrededor como si no importaran. Pero yo sí los observo, porque puedo sentir su deseo de existir, un deseo tan grande que llega hasta mis venas como si conociera cada una de esas vidas que antes existieron. Y luego están los fantasmas, almas atrapadas entre mundos, cuyos lamentos son como el viento que se cuela por las rendijas de las casas, asustando a los niños pequeños que aún habitan en estas calles. Londres Blanco es un lugar lleno de contrastes, un hogar gélido y misterioso que guarda secretos en cada rincón. Es aquí donde vivo, donde he aprendido a sobrevivir, donde he encontrado el amor y donde lucho por descubrir mi pasado. Sé que la verdad está cerca, y no me detendré hasta encontrarla, sin importar los peligros que me acechen en este laberinto de hielo y sombras. ⛤⛤⛤⛤ A mi lado, mientras mis ojos recorren las calles heladas de Londres Blanco, se encuentra Cael, mi fiel compañero de desventuras. Su presencia me reconforta, me hace sentir en casa, pero también me provoca una inquietud que resulta peligrosamente seductora. Esos ojos oscuros, llenos de secretos y complicidad, me observan con una intensidad que me hace arder por dentro. Su mirada es como un abismo sin fondo, como si llevara miles de demonios en su espalda, como si siempre estuviera a la defensiva. En las noches de soledad, lo he observado a la luz de las velas, he visto como sus ojos me mira con deseo, como me recorre con la mirada cuando llego después de una cacería, y como yo a veces quiero responder a sus deseos, pero ese hilo invisible en mi corazón siempre me grita que no. — ¿Qué piensas, Lysandra? —, pregunta, sacándome de mis pensamientos. Observo su sonrisa somnolienta, esa sonrisa que siempre aparece cuando ha llegado a su límite mental. — Solo pienso en encontrar a esa sombra... —, miento rápidamente, y sé que en este momento me está observando. Por eso prefiero tener la mirada en el horizonte. — Quizás deberías descansar un poco. Has estado cazando toda la noche—, sugiere, con una voz tan dulce que no parece creíble. Su presencia no te haría creer que de su boca salieran esas palabras, tiene esa presencia de un hombre rudo con el cual te la pensarías dos veces para enfrentar. Observo cómo se acerca más a mí, como si quisiera compartir el peso de mis obsesiones. — No puedo descansar hasta que encuentre lo que busco—, afirmo, sintiendo cómo el deseo y la frustración se entrelazan en mi interior. Saco la navaja que tengo en mi capa; a pesar de utilizar mi magia, me siento mejor sintiendo como la carne se desplaza en mis manos y sus cuerpos crujen cuando los mato con mis propias manos. La coloco esta vez en mi bota y continúo caminando, deseando llegar a la taberna que muchas veces ha calmado mis propios demonios. Cael es un enigma, un misterio que me atrae y me repele a la vez. Siento una conexión profunda con él, una conexión que va más allá de la amistad. Pero hay algo en sus ojos, algo en su pasado que me mantiene alejada. Sé que guarda secretos, secretos que podrían cambiar mi vida para siempre, secretos que aún no estoy dispuesta a descubrir. ⛤⛤⛤⛤ Después de cinco minutos de caminata silenciosa, nos detenemos frente a una vieja taberna. Es el lugar perfecto para perderse en la oscuridad y olvidar por un momento nuestras preocupaciones. Cael me abre la puerta y me invita a entrar como el caballero que ha sido durante todos estos cinco años. Sí, después de mi encuentro con la sombra han pasado cinco años, años en los que no he dejado de pensar en él. Volteo mi rostro para observarlo, y antes de cruzar el umbral, me giro bruscamente hacia él, con una determinación que me sorprende incluso a mí misma, ya que los años que he estado con él no me han dado el valor de enfrentar sus sentimientos. — ¿Cael, recuerdas cómo nos conocimos? —, le pregunto, siento mi mirada cargada de peligros. — Claro que lo recuerdo. Fue una noche como esta, llena de misterio, fría y desolada—, responde Cal, acercándose aún más a mí, hasta que puedo sentir su presencia en mi piel. Siento cómo me erizo, cómo mi piel lo aclama—. Saliste de ese lugar envuelta en un vestido blanco lleno de sangre. La verdad, las personas de aquí están acostumbradas a muchas atrocidades. Si no les pareció nada ver a una niña llena de sangre, por eso salí corriendo a ayudarte y te curé durante días y te portaste tan bien que decidí quedarme contigo —, me dice con un susurro mientras se acerca a mis labios. — Desde entonces, has sido mi aliado, mi cómplice... —, susurro, acortando la distancia entre nosotros hasta que nuestros labios casi se rozan. Observo cómo traga saliva, cómo su mandíbula se tensa por las mismas sensaciones que yo tengo en este momento. Sus ojos me llenan de vivencias solamente experimentadas por las muertes que provoco, humedece sus labios haciendo que su lengua roce los míos, creando esa sensación de deseo, que están prohibido con el propio veneno. — Y tú has sido mi mayor tentación, Lysandra —, susurra con voz ronca, bajando su mirada a mis labios. Mi centro se calienta y, aunque en sus ojos observo algo más, doy un paso atrás, talvez sea la tensión o que esto no es correcto pero mi cuerpo desea huir, pero aun así, la distancia que doy no evita el roce de nuestros labios. — ¿Por qué me ayudas, Cal? —, murmuro. Intentando que la tentación merme, son preguntas que a veces no me dejan dormir. Decido desviar mi mirada, observando su rostro si sigo en sus labios se que cometeré un error, detrás de él, las estrellas titilan en el cielo y la luna se refleja en los charcos de la calle, mi mente vaga con esa pregunta—.¿Qué ganas con todo esto? —, le digo, devolviendo mi mirada a sus ojos. Se encoge de hombros, su sonrisa se ladea y ahí mi corazón comienza a retumbar. Cómo amo la sonrisa de ese hombre. — Digamos que tengo mis razones. Además, no todos los días encuentras a alguien como tú, Lysandra. Alguien que puede ver más allá de lo que los demás ven. Fruncí el ceño, me alejé un poco más ya nuestros labios no se rorazaban y mi cabeza comenzó a maquenear . ¿Qué quería decir con eso? ¿Qué veía él en mí que los demás no? Pero Cael no respondió a las incógnitas de mi cabeza. En cambio, se acercó, sus dedos rozando mi mejilla tan cerca de tocarme que solo puedo pensar en cómo deshacerme de él sin dejar huellas. ¿Cómo este hombre puede provocar tantas sensaciones hasta el punto donde lo quiera muerto? Es mi aliado, sí, pero no confío ni siquiera en mí, y eso ya es malo. Sus dedos comienzan a bajar por mi barbilla, deslizándose suavemente por mi mandíbula hasta que me toma con fuerza. Me quedo inmóvil, suspendida en el aire, con el tiempo y el espacio jugando conmigo. La electricidad recorre mi centro y mi cordura se desvanece. Su agarre se intensifica y comienza a acercar sus labios hacia los míos. Durante estos años, Cael nunca había hecho esto. Si bien nos habíamos mirado con provocación, y había momentos donde los abrazos en la oscuridad se sentían más intensos, nunca habíamos sobrepasado los límites de la amistad. Lo que sea que lo haya hecho cambiar de parecer, en este momento no me importa. No estoy segura de lo que quiero, pero mi instinto de supervivencia me envía señales. Mis ojos comienzan a observar a mi alrededor con urgencia, como si tuviera miedo de que alguien viera lo que está a punto de suceder. Y ahí, en ese instante, lo veo. Unos ojos dorados que me envuelven, los mismos que siempre me acechan. Sus ojos me miran con amenaza y poder, y con un solo asentimiento de cabeza, me recuerda que no puedo permitirme caer en la tentación. Sus brazos se cruzan y me mira con determinación, como si supiera que siempre estaré dispuesta a obedecerlo. ⛤⛤⛤⛤ Con un último suspiro de frustración, antes de que Cael toque mis labios, me aparto de él con brusquedad y cruzo el umbral de la taberna, dejándolo atrás. Sé que está muy enojado, pero sé que le importa muy poco cómo se va a sentir porque rechacé su beso. Cuando volteo para observar su frustración, en sus ojos me miran con odio y deseo. Y yo sé que en esos ojos grises hay una promesa de que en algún momento él me besará sin importar qué. Y la verdad, yo creo todas las promesas que él puede hacer. Dentro de la taberna, el ambiente está impregnado de una mezcla de humo, alcohol y conversaciones susurradas. Me dirijo hacia la barra, buscando refugio en un vaso de whisky que sé que no va a juzgarme. El tabernero, un hombre de aspecto rudo con una cicatriz que cruza su rostro, me mira con curiosidad mientras sirve la bebida. — ¿Estás bien, Lysandra? —, pregunta, su voz grave y ronca. Asiento con la cabeza, evitando su mirada penetrante. No quiero que nadie más se entrometa en mis asuntos. — Solo necesito un momento de paz, Asher —, respondo, tomando el vaso entre mis manos temblorosas. Bebo el licor de un solo trago, dejando que el calor se extienda por mi garganta y me nuble un poco la mente. Pero no lo suficiente para olvidar la mirada intensa de Cael o la sombra que siempre me persigue y me obliga a obedecerla. La puerta de la taberna se abre de golpe, dejando entrar una ráfaga de frío y un hombre envuelto en una capa oscura. Lo reconozco de inmediato sin necesidad de observar su rostro. Puede ser un caza recompensas, uno de los mercenarios que buscan atraparme por los crímenes que he cometido, uno de los lacayos que siempre mandan las víctimas que estuvieron en el camino equivocado. Mis músculos se tensan y mi mano instintivamente busca la empuñadura de mi daga. No puedo permitirme ser capturada, no cuando estoy tan cerca de descubrir la verdad sobre la sombra y mi pasado. Estoy sentada al fondo de la taberna, mi cuerpo no es muy visible, pero sé que me puede ver en la oscuridad. El cazador me encuentra con la mirada, su capa se planta firmemente hacia donde estoy. Se acerca lentamente, rodeado de un aura de peligro y violencia. Sé que no va a ser fácil librarme de él, pero estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para no ser capturada, no ahora. No separo mis ojos de su capa, y mientras siento la electricidad del enfrentamiento, ese eco en mi mente resuena como un consuelo y esa misma oscuridad que siempre me persigue. — No estás sola, Lysandra. Siempre estoy contigo—, una voz ronca, suena en mi cabeza. ¿La sombra? ¿Pero cómo? No entiendo cómo puede estar hablando conmigo si está tan lejos. Pero no tengo tiempo para pensar en eso ahora. El cazador ya está demasiado cerca. ⛤⛤⛤⛤
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