—¡Si, estoy bien señor gracias! —¿Y el perrito? ¿no le pasó nada? —¡No, por suerte no! —¡Vaya, que susto de verdad me llevé. Suerte que mis frenos son de lo mejor! En aquel instante, Rosa miró con disimulo al caballero, y no pudo negar que el hombre era de guapo semblante. Entonces, ella estando un tanto nerviosa le sonrió al hombre y poniendo su mirada hacía otro lado le dijo: —Bueno señor, me tengo que ir. ¡Mis más sinceras disculpas con mi perrito la verdad! —Oh, sí. No se preocupe, por lo menos usted está bien y también el animal. Rosa caminó, se despidió de él haciéndole una sonrisa cerrada, y junto con Bundy en sus brazos se fue del lugar. Era la segunda vez que Rosa se conseguía con otro hombre guapo y se ponía nerviosa. Estaba muy sonrojada y su corazón latía fuerte. —¡Ay,

