Después de un considerable rato en carretera, llegamos a un club, –si, en plena semana–, los coches estacionados me dejan perpleja de tan solo verlos, esto es un lugar para gente rica y fina y se nota a leguas.
Bajamos del coche y siendo honesta, me dan nervios el conocer a esas personas que Stefan menciono. Mi corazón late tan rápido y siento la garganta seca, miro la gran fachada del lugar y vaya que es un lugar grande y extravagante.
Me sobresalto al sentir la mano de Stefan entrelazarse con la mía y al verlo, su mirada fija en la mía, logra que algo se calme dentro de mí y sonríe.
–Tranquila, te agradaran.
–Eso espero.
–Ya lo veras –suspiro y decidida, caminamos juntos, de la mano.
Entramos al lugar, algunos van de playero y otros elegantes, quizás de un lado unas cosas, y del o
