En cuanto la puerta del departamento de Stefan es abierta, la cordura se esfuma y la vergüenza pasa a segundo plano.
Sus labios rápidamente se unieron a los míos, ya no era un beso suave y dulce, ahora la calma no existía, la bestialidad y rudeza de Stefan, brotaron sin más desde lo más profundo de su ser. El temblor de mi cuerpo no es por miedo, no, sé que es por la ansiedad y las ganas que él provoca en mí.
Mis manos quieren tocar todo su cuerpo desnudo, me lo permito y él da entrada a ello. Sus manos se afianzan a mi cintura, el agarre de sus dedos se marca en mi piel y un bajo gemido sale de mis labios sin más.
Cada prenda cae al suelo, puedo detallar el tatuaje tribal que tiene en su hombro, su barba me eriza la piel, me separo un poco de él y ambos nos vemos fijo. El frío me hace
