–Soy feliz –dijo ella cerca de sus labios, sus ojos ambarinos le miran con amor.
–Lo sé, y créeme que yo lo soy aún más a tu lado –las playas de Hawái se ven maravillosas ante sus ojos, en total calma, ambos solos, disfrutándose el uno del otro.
–Deberíamos hacer de este nuestro paraíso, venir cada año, ¿No crees? –los dedos largos del pelinegro se enredan en el cabello rizado y castaño de su compañera. –Te quiero, mi amor –dice al momento de alejarse un poco y mirar al hombre detrás de ella.
–Y yo a ti, no imaginas cuánto.
Ambos llevaron la mirada al frente, las manos del pelinegro rodean el cuerpo esbelto de su acompañante. A su lado, él pasa a ser el joven enamorado con locura, haría cualquier cosa por ella, así tal cual ella lo hace con él.
Al alejarse mutuamente, ella se sienta a
