Stefan Hartford.
Estremeciéndome en mi lugar, y con una pesadez que me invade, abro mis ojos. Suelto un alarido y cerrando con fuerza mis ojos nuevamente, espabilo un poco y logro enfocarme del todo. Al voltear la observo a mi lado, con su espalda desnuda y con los rayos del sol que se cuelan por la ventana, logrando que algo en su piel, se vea hermoso.
Aparto un poco su cabello, el olor a frutas cítricas que desprende me encanta, y al acercarme un poco más y olfatear su piel, el olor suave de su crema humectante es lo que termina de embriagarme. Una risita de su parte me deja saber que ha despertado, lo ocurrido la noche de ayer después de llegar del club, me prende y la apretujo hacia mí.
–Buenos días, preciosa.
–Buenos días, hermoso –su voz un poco ronca al despertar, dejo un beso e
