Es un nuevo día, no me sentía con las energías suficientes para ir al palacio. Pero hice un esfuerzo y me levanté, hoy tendría que tener libre, pero el faraón parecía exigirme más en ir, luego de que su hermana enfermó.
Cada día me estaba cayendo peor e insistía para mi misma, que realmente tenía algo contra mí, aunque debía reconocer que si me odiara tanto, me hubiera dejado caer aquella vez, pero bien podría haberlo hecho por caballerosidad.
De poca gana desayuné y obviamente mi familia notaba mi decaimiento.
MIRIAM (preocupada): ¿Te sientes bien hija?
DALILA: Si mamá, solo me siento un poco decaída, nada grave.
Terminé de desayunar y me puse de pie, pero al hacerlo, repentinamente me dio un mareo y me sostuve de la mesa, para luego desmayarme.
Cuando desperté nuevamente me
