Vista en tercera persona Killian se acercó lentamente a Sheila, clavándole una mirada enfadada. La hizo congelarse en el lugar. Sin previo aviso, el dorso de su mano impactó fuertemente su mejilla y Sheila cayó al suelo. ¿Él...? ¿Su propio compañero acababa de golpearla? —¡Levántate de una puta vez, Sheila! —gritó él, con tono enfadado y fijando su mirada en ella. Sheila temblaba, lágrimas brotaban de sus ojos. Aunque no respondió, él le agarró el pelo y la levantó. Un gemido de dolor escapó de sus labios. Killian la miró a los ojos como si estuviera listo para golpearla de nuevo, pero algo brilló en sus ojos. No podía descifrar qué era. Ella simplemente no podía creer que su propio compañero pudiera golpearla, y encima en presencia de la otra mujer, su amante. Aguas profundas se ju

