Pov Zoé
El arma se elevaba sobre el aire, sin clemencia ni oportunidad de nada, como la guadaña de la muerte lista para llevarse un alma condenada, un frío sepulcral corría por mi espalda provocándome pequeños temblores, pero algo en mi interior me decía que aún no era mi tiempo y rogaba internamente porque no lo fuera. Los latidos de mi corazón eran tan fuertes y constantes como el galope de un caballo desbocado, tan fuertes que parecía no poder escuchar nada más, simplemente ensordecedor, era como si todo a mi alrededor hubiera desaparecido en un parpadeo.
Intentaban matarme con tal vehemencia, como si buscaran eliminarme por completo del mapa, como si nunca hubiera existido, convirtiéndome en un mal recuerdo de una noche. Era yo la victima quien debería buscar venganza por los ultrajes a los que me sometieron, pero se aprovechaban de mi miedo y mi poco coraje, para someterme una vez más.
Bien decían que el primer error era por desconocimiento, pero los siguientes eran culpa mía. Ya no quería ser una víctima. No deseaba darles esa clase de poder sobre mí, a nadie, nunca más.
Me sentía como en la matrix, observando su fría expresión, un brillo maléfico se situó en sus ojos y me dirigió la sonrisa más grotesca que había visto en mi vida, tan cochina como sus intenciones. Disparo. Me sentía tan vulnerable como aquella noche en que trato de violarme, tan indefensa como cuando mi ex novio David me golpeaba hasta provocarme la inconsciencia.
Los hombres violentos eran una constante en mi vida, una que deseaba con fuerza detener, no quería que ellos siguieran dictando mi futuro, ansiaba librarme de este oscuro pasado, en el que sin pensarlo había ido metiendo.
No pude escuchar el sonido del arma disparándose, pero no te como la mano en que tenía el arma se echaba un poco hacia atrás por la fuerza de culetazo del disparo, el arma debía ser una automática, la adrenalina corría por mi cuerpo, podía ver la bala en cámara lenta viniendo hacia mí, basto con que hiciera mi cabeza a un lado por un par de centímetros para que pasara rosándome.
Logre esquivarlo y fue como si la burbuja en la que estuviera estallara.
De repente podía escuchar a la multitud gritando histérica por el sonido de la bala, corrían en todas las direcciones, como borregos sin rumbo, aquel desgraciado continuo dando una serie de tiros mientras usaba lo que había aprendido en las películas y libros para defenderme o al menos comprarme un poco más de tiempo de vida, no corras en línea recta cuando alguien te dispara zigzag, solo zigzag y no ponerme en un ángulo libre, busque las bancas y árboles para que sirvieran como disuasor de sus tiros.
No era tampoco muy diestro en aquel arte.
Las personas corrían despavoridas, haciendo que fuera más difícil apuntarme. Lo cual me genero una satisfacción momentánea, si bien me permitían no ser un blanco tan sencillo, los convertía a ellos en daño colateral.
Una idea se vislumbró en mi mente.
Comencé a gritar y señalar hacia donde se encontraba mi atacante en la esquina oscura, algunos hombres se armaron de valor para intentar detenerlo, corriendo hacia el con cierta precaución, mientras otras personas pedían auxilio y llamaban a la policía, sería cuestión de tiempo para que él se viera alcanzado por todos.
Pude verlo en sus ojos esto no había terminado…vendría de nuevo por mí.
Pero hubo algo satisfactorio al ver a la gente ir contra él, pude ver el miedo en sus facciones, fue solo una fracción de segundo pero pude ver su mayor miedo y eso, era todo lo que necesitaba para conseguir que me dejara en paz, tenía miedo a ser descubierto.
Más allá de que simplemente estuviera en el escarnio público, tenía una necesidad más visceral, se trataba de un miedo profundo, arraigado en el…la necesidad de aceptación, deseaba de forma ferviente ser aceptado y tenía miedo a lo que su naturaleza profana representara en la sociedad. Fuera de las repercusiones de tratar de abusar de una muchacha, sería expulsado de la universidad, bajo esa razón no lo admitirían en otra, además de que podría pagar cárcel por lo que hizo.
Temía ser un paria y las consecuencias de lo que había hecho. Corría como si la vida se le fuera en ello, me encargaría de que así se mantuviera siempre.
Éramos dos extraños de nuevo en aquel callejón, pero esta vez las cosas eran diferentes, miguel y yo no éramos diferentes, ambos teníamos miedo, pero a mí ya no me importaba pasarla mal, los golpes e insultos no me intimidaban, me había levantado de palizas peores. Ahora podía verlo como lo que era un cobarde, un niñito buscando aprobación.
Y usaría eso para acabarlo. Perdería mi orgullo para ir por él, no importaba si debía enfrentar a mis hermanos para confesar una experiencia tan desagradable.
Dudaba mucho que las amenazas que había estado haciéndonos sobre su supuesta vinculación con el gobernador fueran ciertas, nadie con influencias en su nómina se arriesgaría a venir el mismo a cobrar una vida. A menos que…no se tratara del sino de su misterioso acompañante, era algo que tenía muy presente. Ambos hombres pagarían por lo que me habían hecho.
Todos buscarían ser lo menos culpables posibles y estar con quien les proporcionara una coartada adecuada.
Era un chico asustado, y cuando la gente se asustaba cometía trágicos errores.
Usaría lo que mejor tenia a mi favor…dinero. Compraría a quien pudiera para que me informara su nombre, lo perseguiría y hostigaría para que el mismo confesara, porque una corazonada me decía que los tipos que me atacaron en aquel callejón no tenían ni puta idea de a quien trataban de abusar.
El dinero siempre es el mayor disuasor en estos asuntos, Si no te compraba, te hacia la vida sumamente complicada.
Si quería podría arruinar a su familia o hacerle insufrible la vida…muchas ideas rondaban por mi cabeza, ahora solo necesitaría pasar algo de tiempo con Noah, teníamos muchos planes para hacer.
Pov Noah
Pocos pasos me separaban de ella, para el momento en que entre por las escaleras mi cabeza estaba desenfocada, algo podría ocurrirle a ella o las personas con las que vivía, cuando toque la puerta me encontraba un poco enloquecido, no sentía la fuerza con la que mis nudillos golpeaban la madera, pero si no tenía una respuesta pronto, podría hacerle un hueco con mi insistencia, Vanessa me abrió con caras de pocos amigos, tenía puesta una piyama y parecía muy molesta por tener que abrirme.
-¿Qué rayos te pasa?- la sorprendí tomándola por los hombros y sacudiéndola un poco.
-Zoé, ¿Has visto a Zoé?- le pregunte con desesperación, ella parecía estar completa y atrás de ella la propiedad parecía intacta así que mi prioridad era nuevamente Zoé.
Le tomo un par de segundos entender mis palabras.
-Salió…salió hace un par de minutos tenía hambre- parecía nerviosa dándome la respuesta, pero probablemente se sentía incomoda por mi actitud, sacudió sus hombros para que la liberara y eso hice.
Demonios tenía mucho miedo. Algo podría pasarle.
Me quede por un momento quieto en la puerta, no supe cuánto tiempo paso pudieron ser unos minutos o segundos, no tenía ideas claras, pero si ella había salido cabía la posibilidad que la ignorancia la mantuviera a salvo, si era afortunado solo me estaban siguiendo a mí, era una idea muy estúpida, pero en los momentos difíciles las personas se aferraban a cualquier atisbo de esperanza.
No podía saber cuánto tiempo han estado siguiéndome, pero si era el tiempo suficiente sabrían de Zoé y de donde vive. Si contaba con suerte no irían por ella, al menos hasta que pudiera hacerme cargo.
Me costaba pensar con claridad, no salía de cierta clase de ideas, iba a desquiciarme si no la encontraba pronto. Si salía y ella llegaba….si no nos encontramos esto sería un desastre.
Me decidí entrar al apartamento, necesitaba encontrar mi celular.
Si ella era precavida seguramente contaría con el propio, enviaría a mis amigos a acompañarla donde estuviera y juntos pensaríamos en una manera de desenmascararlos y ponerles un alto.
Mi mayor temor es que algo le pase, yo puedo defenderme de lo que venga, soy saludable, rápido y mis puños son muy fuertes, podría derrotarlos con facilidad o huir, pero…ella, ella es otra historia.
Tampoco podía poner a Vanessa en sobre avisó de la situación, había aprendido que los secretos de Zoé solo le correspondía a ella, era quien se merecía decidir si le contaba a alguien o no sobre el peligro en que estábamos, además no podía conocer las intenciones de todos a su alrededor, después de todo fue Vanessa quien la llevo a aquella fiesta y quien se desintereso en cuanto llegaron.
Rasque mi cabeza, tenía poco tiempo para que ella no pensara que trataba con un lunático y me cerrara la puerta en la cara.
-Escucha…lo siento, me extralimite, la verdad es que Zoé es frágil y no quiero que nada le pase, hoy intentaron asaltarme y no se…- la vi a los ojos y parecía dudar de mis palabras, pero no se atrevería a ir más allá.
Vanessa daba esa impresión de ser una persona sumamente propia.
-De acuerdo…pero no actúes rarito de nuevo o no te volveré a dejar entrar- comento señalándome con el dedo- regresara en cualquier momento, pasa y espérala dentro-
Y no dudaba que haría todo en su poder para sacarme del apartamento si cometía alguna locura. Asentí, con mi mejor cara de cordero degollado, viendo manso, como no me sentía para que ella dejara de hacer preguntas.
-¿De verdad intentaron asaltarte?- pregunto Vanessa escéptica.
-¿A quién trataron de asaltar?- pregunto otra de las chicas de la casa.
Vanessa rasco su cabeza incomoda.
-A Noah- pronuncio como si la respuesta fuera muy obvia.
Ambos nos miramos con incomodidad, aunque nos habíamos visto no nos habían presentado apropiadamente y no creía que ella supiera mi nombre. La chica fue rápida extendiendo su mano.
-El chico de Zoe, tiene nombre- me dio una sonrisa cordial y estreche su mano- Mi nombre es Trina- su tono fue algo chillón hacia el final.
La chica parecía una que sabía divertirse. Su cabello es castaño, tiene un corte a la altura de sus hombros, y este hace que su cara se vea más redondeada, pero pese a eso no se veían grandes sus cachetes, su contextura es delgada, y desde que comenzamos nuestra pequeña charla su celular no ha dejado de sonar, se nota que tiene una vida social bastante activa.
Recordaba haberla visto en pocas ocasiones y siempre rodeaba de los otros roomates.
-Ese mismo, Noah, Noah Casas- di un suspiro largo soltando su mano, mirándolas a ambas- bueno, acompañaba a una compañera a su casa, vive un poco debajo del cine y es muy solo de noche…- no quería continuar, no quería mentir o darles información- luego de que la deje, di un par de pasos cuando note un tipo con capucha negra y gorra siguiéndome los pasos, trate de caminar más rápido, pero apenas se dio cuenta que lo note, trato robarme la mochila, forcejeamos un rato y como no pudo robarme salió corriendo-
Trina extendió sus manos en mi dirección, y acepte su abrazo.
Era extrañamente incomodo que alguien que acaba de saber mi nombre buscara la manera de reconfórtame.
-Oh cariño lo siento, ni siquiera sabía que esas cosas pasaran aquí en Pamplona- me tomo por lo hombre sacudiéndome un poco- pero lo bueno es que estás bien y no pudieron robarte, debes cuidarte más cuando este pos ahí-
Vanessa se veía algo más escéptica ante mis palabras.
-Sí, Noah eres muy afortunado-
-¿Quién es afortunado?- contesto una voz masculina desde la cocina.
-Noah, trataron de robarlo cerca al cine- contesto Trina.
-Hombre si, algunos de mis compañeros los robaron hace un par de noches cerca de esa zona también- hizo un movimiento desdeñoso con su mano mientras entraba en escena- las cosas que se ven estos días-
Me había vuelto el foco de su atención y era una sensación muy irreal.
-Sí, horrible- trate de decir alejándome de la puerta y queriendo recorrer el pasillo para llegar a la habitación de Zoé- bueno, chicos, creo que iré al cuarto de Zoé a esperarla-
No fue ajena la mirada que todos compartieron…sabían que nos acostamos y me recordó a la noche anterior el concierto de gemidos que seguramente les dimos, apreciaba que no me mencionaran nada más del tema.
Cuando llegue a la puerta me di cuenta que estaba sin seguro.
¿Zoé la habría dejado así? Era muy peligroso, dejar su habitación sin seguro, pero probablemente pensó que no se demoraría. Sobre el escritorio se encontraba mi celular, lo tome en mis manos.
Tenía muchos mensajes de mis compañeros, algunos sobre la clase cancelada, otros sobre el grupo de estudios para parciales, otros sobre las peleas que se disputarían este sábado y unos cuantos de mis amigos preguntándome donde estaba.
Antes de responder algunos de ellos, pensé en lo que podría decirles…nos había puesto en un peligro innecesario por tomar partido para salvar a una chica, ahora debía explicarles que éramos objetivos y que estos tipos no se andaban por las ramas.
Me senté sobre el borde de la cama con mis codos sobre mis piernas, mi mirada se quedó fija en un punto de la pared, no tenía idea de que hacer.