—¡Ya estoy listo, mami! —dice Noah entusiasmado—. ¿Por qué aún no nos vamos? —pregunta frustrado.
—Estamos esperando que llegue Paul, y nos vamos, cielo —explico, intentando calmarlo.
—¡Genial, vendrá Paul! —exclama emocionado.
—Tesoro, ¿estás lista? —pregunto, en voz alta, escaleras arriba.
—¡Ya bajo, má! —exclama Tania, que está tardando en arreglarse.
Como ya había nevado un par de veces, habían habilitado algunos lugares para patinar sobre hielo, así que decidí llevar a los niños al parque Parker’s Piece, idea que tenía demasiado excitado a Noah.
El timbre suena, por lo que me acerco a la puerta y la abro, encontrándome con esos ojos verde agua intensos y esa perfecta sonrisa que me vuelven loca.
—Buenas tardes, Mía bonita —Saluda, dejándome un casto beso en los labios y logran
