Llegó el sábado, más rápido de lo que pensé. Debo decir que desperté con una sensación un tanto extraña, por lo que quise romper la rutina y no hacer lo de costumbre, para alejar cualquier pensamiento negativo que me hiciera recordar la pesadilla que tuve hace unos días, así que me vestí rápidamente, les pedí a los niños que se vistieran y salimos a desayunar fuera. —¿Qué te pondrás hoy, má? —Me pregunta Tania, mientras Noah pinta concentrado el individual de papel que le han regalado para colorear. —No lo sé, ni siquiera sé dónde iremos… —respondo—. Creo que unos leggins y una blusa —digo pensativa. Tania me queda mirando con el ceño fruncido y niega. —No, má… ¿Por qué no te compras un vestido lindo? —pregunta poniendo cara de perrito mojado. —No creo que sea necesa… —Cruza sus brazos