Después de que Tania me trajera la infusión de melisa, le había enviado un correo con carácter de urgente al doctor Marshall, por lo que, a primera hora recibo un llamado suyo. Le conté brevemente lo que había sucedido y me citó para que fuera ya mismo a su consulta, que me esperaría para atenderme, así que me pongo a hacer todos los preparativos. Le marco a Amalia comentándole que tengo una urgencia y no iré a la agencia el día de hoy. De igual forma, hago lo mismo con Ángela, quien comprendió totalmente y me deseó suerte. Dejo a los niños en la escuela y salgo rumbo a Londres. Una hora y media más tarde, llego a la consulta del doctor Marshall. Apenas entro, Olivia me tuerce una sonrisa, aunque su cara de preocupación la delata. —Buenos días, Olivia —Saludo. —Buenos días, señorita