Parker Regresó a las celdas por la mañana y vio que Carina llevaba esa bata. No había cenado ni desayunado hasta ese momento, y él tampoco le daría nada. Ella lo miró con desprecio. —¿Qué, ¿todavía quieres rechazarme? —preguntó casualmente. —No tengo nada que decirte —afirmó ella, y se dio la vuelta. —Está bien, pero te das cuenta de que he tenido toda la noche para repasar quién estaba aquí dentro de esta manada, a lo largo de esos correos electrónicos, ¿verdad? Creo que tu padre estuvo aquí, exigiendo que hiciera algo sobre tu imagen arruinada. Ella lo miró ahora, y él le sonrió. —Me pregunto qué tiene que decir de sí mismo —Dijo Parker mientras sacaba su teléfono y lo miraba—. Ahora, ¿cuándo empezaron esos pagos que le enviaste a ir a él? Creo que ahora entiendo por qué le estabas

