Le restó importancia, pues necesitaba una ducha desesperadamente. Pensó que tendría que ponerse la ropa de la noche anterior. Por suerte, no la habían manchado, y además vivía justo enfrente. Solo esperaba que ningún vecino sospechara de su repentina aparición frente a su casa, después de haberla visitado la noche anterior. Al levantarse de la cama, encontró su falda y blusa con facilidad, tiradas en un montón en la sala. Las ventanas estaban más o menos tapadas, pues sin duda sería todo un espectáculo ver a una rubia despeinada y tetona de veintitantos años, vestida solo con medias hasta el muslo. Armada con su ropa, se apresuró a donde sabía que estaba el baño de abajo, donde no tendría problemas para abrir la ducha de Tony y limpiarse toda su suciedad. ¡Qué asco! Seguía tan pegajosa, p

