6. De los nervios. —¡La remil putas que lo parió…! —Suelta Juan, nervioso. Que haya llegado la maldita ambulancia justo cuando acaba de hacerse con la plata le es bastante inoportuno, y para su desgracia, el que parece estar al mando de la situación le ha ordenado que no se fuera del lugar. Lo peor de todo es que la culpabilidad se refleja en su cara y lo sabe… Está seguro de que para los demás es culpable, y basta con verle la cara para saber que fue él… Su entrecortada respiración lo delata, pero Juan, por más que lo intente no consigue calmarse, se ahoga como si fuera un pez fuera del agua, siempre le pasa lo mismo en situaciones de tensión… —Tengo que aparentar estar bien. Tengo que aparentar que estoy bien. Estoy bien. No pasa nada. Nada. Nada. Nada. —Se repite como sus mantras pe

