Desde la desaparición de las Hamilton, la alta aristocracia estaba más que indignada por los raptores, y exigían además del repudio social de ellos, su inmediata captura. Ya nada quedaba de la petimetre Elizabeth Hamilton, que desde el secuestro de su última hija, Esme Hamilton, no había salido a ver el sol siquiera. La servidumbre rumoreaba que no dejaba entrar tampoco a las sirvientas que la ayudaban a cambiarse, y en repetidas ocasiones habían invitado a Elizabeth a eventos a continuación. Pero desde el trágico acontecer, lo cierto es que Elizabeth era una figura de humo. Además, el joven Carlisle Woodgate se había hecho presente en varias ocasiones en movilizaciones del pueblo, inclusive se habría hecho una ''noche de velas'' para lamentar la pérdida de las jovencitas. Carlisle prese

