Narra Sullivan:
Me miro en el espejo mientras me peino, aplicándome más gominola que lo acostumbrado. Hoy es un día especial. Debo ir a ver al tonto detective que está enamorado de mi madrastra y debo parecer un bueno chico, lo que soy, pues. Además, pienso ir a ver cómo se encuentra mi querida madrastra, que ahora en la viudez, deberá sentirse sola y le vendrá bien un poco de compañía.
—¿No crees que es demasiado exagerado? —me pregunta Jim, desde mi cama, a la vez que juega con una pelota de goma.
—No, no tienes ni idea del lujo que hay en la casa de mi difunto padre. ¡Verás la bien que lo vamos a pasar cuando vayamos! —le prometo y se echa a reír.
—Espero que sea cierto y que no te olvides de mi cuando tengas tu herencia.
—Nunca, amigo. Sabes que eres mi hermano —le sonrío y me
