CAPÍTULO 10
Una enorme y gorda luna colgaba en lo alto, llena como un vientre de embarazada, irradiando su suave luz dorada sobre la blanca arena.
Se encontraban a la sombra de la pirámide escalonada en ruinas de Djoser. “Esta es la pirámide que viste de niño”, explicó Violeta. Respirando profundamente después de tres horas de caminata desde las afueras de El Cairo, se quitó el polvo de los fragmentos de arena de sus nuevos pantalones de hombre y de su sucia camisa color canela. No es bonito, pero es práctico, pensó. Me pregunto qué pensará Leontios de ellos... si es que hay algo. Él no había mostrado ninguna reacción al verla en pantalones. Sus amigos de Pittsburgh se habrían escandalizado.
Leontios aspiró una profunda bocanada de aire y la soltó. “De repente puedo sentir los años. Pes
