Lo que dicen los libros es completamente cierto.
Doy fe de ello.
Ser la debilidad, al "la miras y te mato" del chico malo, del que parece un loco, es lo maldito mejor del mundo, no por las cosas obvia de que quemaría a todo el mundo por ti, eso esta bien, pero lo que a mi me gusta es la parte en la que te enseñan sus heridas y tu las puedes curar, puedes ayudarle a superar todas las cosas malas que le han pasado, quizás superar no sea la palabra, pero le puedes ayudar a saber vivir con ello, eso es lo que me gusta.
No quiero decir que Antony sea una persona que deba curar, no lo es, pero es una persona con heridas que quiero conocer.
Y lo que dicen de ellos también lo es.
No podemos juzgar un libro por su apariencia, puede que la persona parezca que es la más buena del mundo y luego ser mala, pero al contrarío la persona que más mala parece ser la mejor del mundo, esto me ha pasado con Antony, pensé que no sería nada romántico ni atento pero es que lo es, una persona que seguramente lo ha pasado muy mal, por ello se dedica a lo que se dedica, pero siempre he creído que el hábito no hace al monje.
Una persona porque no siga las normas no tiene que ser mala.
Lo que tengo claro tras esta cita, es que habrá muchas más, millones si me dejan, si él se quiere quedar a mi lado y si la vida nos quiere dejar estar juntos.
Nos habíamos distraído, y una vez terminamos la cena, era una hora en la que claramente mi familia estaba en casa.
No había tenido muchas citas en mi vida, la mayoría eran dobles, tuve quizás dos citas sola y nunca eran tan buenas como para repetir, pero esta cita, la quería repetir todos los días si era posible, Antony era la mejor compañía.
Fuimos en moto del restaurante a mi edificio, me baje de la moto con demasiadas dudas.
—¿Que hora es?—le pregunte.
—Once y media—.
Su respuesta me dejo helada.
—Me van a matar—me queje.
Antony río, me abrazo y beso mi cabeza con dulzura para que me calmara.
No podía hacerlo.
Yo, Elizabeth Peeves, era la buena de las hermanas, era esa que tus amigos ponen siempre en las listas para que los padres dejen que vayas a los sitios, también la que usan como ejemplo para las cosas que quieren que sus hijos hagan, pero soy yo, la niña buena de las relaciones, y esto, no es de niña bueno. Ella es la que hace que mi padre se plantee que si ser padre fue buena idea, la de las malas contestaciones, la que castigan, si con buenas notas pero la que si desaparecer por unas horas, te preocupas mientras que yo soy, de la que no se reciben quejas, la que no te preocupa, la que sabes que volverá y la que sabes que nunca llamara la policía preguntando por ella. Mi hermana no es mala persona, determinada y cabezota si, pero no era una mala persona, revolucionaba a todos y todo lo que la rodeaba pero de la mejor forma posible.
Mi relación con mi hermana es así.
Ella es la que es castigada, y yo la que adoran.
No quiero que las cosas cambien, me gusta ser la buena.
Tenemos roles marcados, no es malo sino una forma de funcionar bastante buena.
—Tranquila—me susurró en el oído.
—Debería estar durmiendo—me queje.
Antony me miro en silencio, intentando pensar que decirme o como ayudarme, no se si hay una forma concreta de ayudarme en estos momentos, soy una persona demasiado rara, no me ayuda casi ninguna palabra, se que suena mal pero es que soy así, necesito demasiadas cosas para sentirme bien, y parte de ello es asumir que nada malo va pasar, pero para eso necesito una meditación mental bastante fuerte por lo que no soy una persona a la que hacer caso.
—¿Tu hermana no te cubre?—me pregunto.
Apoye mi cabeza en su pecho.
—Si le aviso, lo haría—.
Antony rio.
—Ahora no se que hará—le avise.
Antony me miro tranquilo. Era demasiado bueno, demasiado relajado, se tomaba las cosas demasiado bien cosa que me daba enviada, cualquier persona que tuviera la capacidad de tomarse las cosas de forma positiva, esa gente daba demasiada envidia, esa gente que era capaz de tomarse todo de formas positivas, por mucho que todo se volvieran gris una sonrisa, así era demasiado fuerte o quizás de psicópatas, no puedo diferenciarlos.
—Además, te odia—le conté.
El chico me miro demasiado sorprendido.
—¿Por?—pregunto haciéndose el ofendido.
Me encogí de hombros.
—Tampoco es que me importe, no me cae bien tampoco—.
Le mire impresionada por su comentario pero reí.
—Tal para cual—dije bromeando.
Antony beso mi mejilla.
—Deberías ir a descansar—comento.
Suspiré y mire a mi edificio.
—¡Oye!—le dije y me gire para mirarle—¿Sabes quien es la persona que hace negocios por aquí?—le pregunte.
—Varias personas, pero me suenan—.
Le mire sorprendida por su comentario.
—¿Les dirías que dejen de venir aquí a tener sexo? Es desagradable—.
Antony me miro sorprendido por la pregunta pero río como forma de respuesta, es decir que lo haría.
Beso mi mejilla como respuesta.
Respire hondo.
Me acerque a la escalera de incendios y me quite los tacones para empezar a subir hasta mi piso, no se si mi hermana me estaba cubriendo o no, pero la ventana por suerte estaba abierta, no iba entrar por la puerta principal porque puede que supiera la bronca que me venía pero quería que fuera cuando tuviera todas mis facultades mentales para defenderme, no cuando tenía demasiado sueño.
Entre y cerré la ventana, deje los tacones que ya me había quitado para subir por la escalera de incendios, e intente sigilosamente meterme en la cama.
Mi hermana encendió la luz cuando me acerque a la cama.
—Que susto—me queje.
Tranquila porque mi hermana estaba despierta me quite el vestido para ponerme el vestido.
—¿Por que llevas mi vestido?—me pregunto molesta.
—Tenía una cita—.
Mi hermana me miro seria por mi respuesta.
—¿Con quien?—.
La mire por su pregunta mientras me ponía la parte de arriba del pijama.
—¿Enserio?—le pregunte.
—He mentido a la abuela por ti, merezco una explicación—.
Ahora la sorprendida por su respuesta, era yo.
—Si sigues hablando tan alto, se va enterrar—le avise.
Mi hermana me miro, supe que con ella tenía perdida esta discusión a menos de que le empezara a contar cosas, que nadie me mal entienda, no tengo problemas con contarle las cosas a mi hermana, cero problemas pero mi hermana no es una persona con la que se pueda hablar sencillamente, es demasiado cabezota, demasiado cruel en muchas ocasiones, se me hace demasiado complicado tener relaciones que ella no autorice.
Antes no me importaba, pero ahora lo hace.
—Con Antony—le dije.
La cara de mi hermana era un poema.
Si estuvierais en una serie de dibujos animados, estaríamos en el momento en el que mi hermana estaría roja de la ira e incluso con humo saliéndole por las orejas.
—Cálmate—le pedí antes de que empezará con su discurso y griterío.
—Me cae mal—.
Puse mis ojos en blanco.
—Tú también le caes mal—.
Mi hermana me miro sorprendida por su comentario.
No me importa.
Se muy buen que la amistad, que la hermandad es superior a las relaciones amorosas, soy la primera que no duda que las cosas deban ser así, no lo dudo pero es que mi hermana me hace demasiado complicado las cosas, es la primera y estoy segura que será la ultima en la que mi hermana y yo no estemos de acuerdo en algo, en general dejo que haga lo que quiera, no porque no tenga poder decisión, no me importa lo que pase, quiero vivir tranquila.
—Lo siento—le dije.
Mi hermana me miro.
Me senté en la cama.
—No debí decirte eso—le dije.
Mi hermana me miro.
—Pues no, esa información sobra—me dejo claro.
Suspiré porque me estaba comportando como una idiota, no estaba preparada para discutir, me dolía demasiado la cabeza como para tener que debatir las cosas, me dolía la cabeza, no tenía todas mis capacidades para mantener una conversación, pero estaba claro que mi querida hermana no iba a dejar el tema aparte.
—Alexa—la llamé.
Mi hermana se cruzo de brazos y me miro.
—No—me dijo y la mire—¿Te parece medio normal que salgas con una persona que no me cae bien y encima andes con mentiras como su fueras una criminal?—.
Me quede demasiado impresionada por su comentario.
—Porque odies a una persona eso no me impide poder tener relaciones con ellos—le deje claro.
Me miro.
—Esa es la cuestión—reclamó.
La mire.
—No—me queje.
Mi hermana me miro molesta.
—Claro que si, por eso somos amigas, una norma no escrita de las amigas, es que siempre odiemos a las mismas personas—.
La mire demasiado sorprendida por su comentario y la estúpida norma que se acababa de inventar.
—Eso es estúpido—me queje.
Mi hermana me miro.
—Le odias sin razón—.
—Claro que no—se quejo—¿No ves que solo quiere de ti una cosa?—.
—¿Que?—.
Me miro por mi pregunta, si se creía que con solo decir las cosas llegaba, estaba loca, que diera explicaciones o que dijera las cosas con lógica, aquí no vale lanzar la piedra y esconder la mano.
—Aún no lo se—.
Tuve que apretar mis labios para no gritar.
—Lo que pasa es que eres una maldita envidiosa, y te estas inventando cualquier cosa para joderme la primera vez que soy feliz—le dije molesta—No puedes con que por una vez en la vida, por una maldita vez, sea yo la que llame la atención de las personas que nos rodean, estas acostumbrado a ser la persona que todos se paren a mirar, y si crees que es por tu pelo que era rubio no, es porque eras la persona más fácil del mundo, eres insegura, a nada que te regalen un poco, a nada que te den dos piropos, caes en los pies de cualquiera, porque eres eso, simplemente una chica que no se ama y necesita que otro la ame para ser valorada—.
Según dije las palabras me arrepentí, no quería hacer sentir mal a mi hermana pero es que estaba cansada, estaba sobre pasada.
—Voy a dormir al salon—dijo mi hermana.
Agarro la almohada para irse de la habitación, me senté en la cama demasiado frustrada y sintiéndome la peor persona del mundo, no quería esta discusión, no al menos ahora que el sueño era enorme y sabía que iba hablar sin pensar, que iba a decir cosas que no sentía, solo porque estaba cansada, debí dormir sin hablarle porque ahora no solo tendré un castigo sino que la única amiga que tengo se va alejar de mi.
Si algo más puede pasar, por favor que pase ya porque no creo que pueda aguantar los problemas de uno en uno.