Orfanato ‘Nueva Esperanza’

2661 Words
Me llamo Joyce, actualmente vivo en un orfanato en la ciudad de Ferrepa junto a mi amigo de la infancia, Zaide. Hay muchos más niños pero nunca hemos tenido mucho contacto en estos 8 años que llevo aquí. Dentro de una semana es el último día del año y la ciudad tiene ambiente festivo, se ha llenado de mercaderes que vienen desde todos los pueblos a vender sus productos y las obras callejeras han aumentado, es decir, hay mucho que ver en la calle y comida que probar. Ahora mismo Zaide y yo nos hemos escapado del orfanato a dar una vuelta por los puestos de comida, aunque no tenemos dinero siempre nos las ingeniamos para llevarnos algo a la boca. "Eh, Joyce mira ese puesto que vende queso, ahí." Miro en la dirección que señala Zaide, hay un puesto normal que tiene brochetas de carne bañadas en queso y al lado tiene muetsras de queso. Mirarlo me hace la boca agua. "¿Cómo lo hacemos?" Le pregunto. "¿Hacemos la del callejón? O tal vez la de pedir dinero." Esas son tácticas que hemos ido desarrollando a lo largo de los años, los mercaderes usuales nos conocen ya, pero ahora hay mucha gente nueva, objetivos fáciles para un par de niños. "Vamos con la del callejón. Te toca hablar y a mi correr." Aunque realmente luego corremos los dos.... Zaide asiente con la cabeza y nos dividimos. La técnica del callejón es una que podemos hacer cuando el que lleva la tienda es joven, se trata de decirle que están atracando a alguien en el callejón de al lado mientras el otro coge un par de cosas del puesto. Normalmente nos creen porque no llevamos la ropa normal del orfanato, parecemos más niños de una familia pobre de posaderos. Le hago la señal de que estoy preparado a Zaide y él empieza. "Señor, señor, ayúdame por favor." Su dotes de teatro son mejores que las mías y ahora con toda la experiencia de años no creo que haya nadie capaz de no creerle. "¿Qué pasa chico?" La voz del joven de la tienda suena firme. "En el callejón de al lado están atracando a alguien, por favor ayúdale." Eso último Zaide lo dijo en voz alta. Varias personas se giraron y fueron rápido al callejón, incluido el chico del puesto de comida. "Que buenas personas son todos..." Me río ante mi propio comentario. Estos normalmente nos verían con malos ojos si llevamos la ropa del orfanato, son unos hipócritas. En ese momento yo me moví, me acerqué desde el otro lado y cogí tres brochetas del puesto, Zaide empezó a correr en mi dirección y agarró una también. "Vamos." Y salimos corriendo con las voces de los mercaderes detrás nuestra. Zaide y yo nos reíamos a carcajadas. Después de correr por un buen rato salimos del barrio del mercado de la ciudad y llegamos a una fuente que había en una pequeña plaza de la ciudad. Ahí nos conocían porque principalmente son puestos de herreros y de costureros que de vez en cuando empleaban a los niños del orfanato. Nos sentamos en el borde de una estatua y nos comernos las brochetas. No estaban tan calientes como antes, pero estaban buenísimas de sabor. Las disfrutamos un montón. "Este ya es el último año nuevo que vamos a estar en el orfanato, eh." Zaide dijo mientras se metía la segunda brocheta en la boca. El motivo es que el orfanato tiene un convenio con el reino, y es que los niños que lleguen a los 13 años en el orfanato tienen que entrar a la escuela de supervivencia de Ferrepa yéndose del orfanato. Realmente es para dejar espacio por si vienen más huérfanos y para que seamos útiles a la sociedad. O eso dice la directora Hilma. "Pareces un viejo cuando hablas, sabes." Le dije con una sonrisa en la cara. "Deberías disfrutar más el momento, el ahora, y no preocuparte tanto por lo que vendrá." Zaide me sonrió de vuelta. "Jajaja, tienes razón." Y le dio otro bocado a su brocheta. Realmente habla como un viejo cuando quiere. En ese momento vi a Maat salir de una tienda de costura, 'La Moda'. Maat era la única chica de nuestra edad. Tiene un pelo largo y marrón precioso. Fue ella la que nos dio la ropa diferente a la del orfanato. Es la única que se acerca a nosotros y la única que aceptamos. "¡Hola!" Gritó Maat y vino corriendo hacia nosotros. "¿Es eso comida?" "Sí." La asentí. "Toma una, te la estaba guardando." "¿En serio? ¡Muchas gracias!" Y Maat me dio un abrazo. Se sentía bien jeje. "No te fíes de él, se la estaba guardando para luego pero quiere quedar bien delante tuyo. No ves la sonrisa que ha puesto de pillo." Le di una colleja a Zaide. "Callate y deja que disfrute." "Jajaja, bueno me alegro de llegar antes de que se la coma." "Por cierto Maat." "Sí." "¿Cómo van las preparaciones del orfanato para el nuevo año?" Preguntó Zaide. Nosotros nos escapamos de las tareas del nuevo año esta mañana, realmente no era necesaria nuestra ayuda, los niños más pequeños siempre están alegres de ayudar. "Bueno, la Sra. Nazeli los estuvo buscando al principio, pero Tadhg y yo nos quedamos a ayudar así que no hubo ningún problema." Dijo eso y continuó comiendo la brocheta que le dí. Tadhg era un chico de nuestra misma edad. Los cuatro somos los mayores del orfanato, aunque realmente Zaide y yo nunca hemos intentado llevarnos con nadie, incluido Tadhg, la sociable es Maat. Ella es querida por todos, es como la hermana mayor del orfanato. Ya empezaba a ser tarde así que nos fuimos de vuelta al orfanato a cenar y terminar de ayudar si era necesario. Cuando llegamos y le preguntamos a la Sra. Nazeli alguien nos habló por detrás. "Vosotros dos, cuántas veces os tengo que decir que no os vayáis sin permiso." Esa es la directora Hilma. Si Nazeli es joven y muy guapa, Hilma es vieja y fea. Va con su coleta, sus gafas, y su vestido de niñera con un delantal encima que puede ser o blanco o n***o. Personalmente creo que está cansada de nosotros pero no lo puede decir. "Perdón Hilma." Dijimos Zaide y yo al unísono mientras agachamos la cabeza. Hilma suspiró. "Bueno, no es como si no supiera que os ibais a escapar…" ¿Nos acaba de llamar 'niños malos'? "Hilma, ¿por qué no dejar que ellos se encarguen de repartir la cena a los niños?" La dulce voz de la señorita Nazeli dijo unas cosas muy peligrosas y mi mente se paró un momento.. "Buena idea Señorita Nazeli. Muy bien, Zaide y Joyce repartirán hoy la cena a todos los niños." En ese momento ambos nos arrodillamos en el suelo. "Por favor no.""Todos menos eso.""Nuestra cena será la última y estará fría.""Por favor Directora Hilma.""Señorita Nazeli." Sollozos salían de nuestras bocas. Normalmente ellas repartían la comida, pero de vez en cuando hacen que ese trabajo lo hagan los niños que no han cumplido. No nos importaría si no fuera porque al final es cuando menos comida queda y además está frío. Y ahora con el tiempo frío que hace queremos algo caliente. "Así aprendéis y mañana os quedáis en el orfanato a ayudar." Al rato estábamos vistiendo delantales de cocina y llevando las ollas de una sopa caliente al comedor del orfanato. Los niños fueron pasando uno tras otro, algunos intentan reírse de nosotros, pero no nos importa. Tadhg y Maat solo dieron las gracias, aunque Maat no pudo disimular la sonrisa al vernos. Cuando terminaron ya de pasar todos los niños servimos a Hilma y a la señorita Nazeli, y después, por último, nosotros. "Bueno, no está tan frío, cenemos rápido." Dije, y engullimos el plato de comida. Estaba congelado pero era mejor pensar positivo, por lo menos puedo comer algo. Después de cenar nos vamos  a las camas, las habitaciones están divididas en grupo de 3 o 4 niños, yo estoy en una de 3 con Zaide y una cama libre. En la mesa de la habitación vi el libro de mi madre, el único recuerdo que tengo de mis padres, 'El significado de los nombres' de Vica Advent. "Ya hace mucho tiempo que no lo lees." Me dijo Zaide cuando me quedé observando el libro. En él mi madre dice que los nombres de las personas tienen un significado que de alguna manera se reflejan en la personalidad de la persona. Por ejemplo el mote 'Viejo' de Zaide viene de ahí, porque según mi madre ese nombre significa 'El más viejo'. Mi madre también cuenta aventuras en ese libro, según escribió son aventuras de cuando estaba con mi padre y su grupo viajando por el mundo. No se si lo que cuenta es verdad, pero es un libro entretenido de leer. Además cuenta sobre los sueños y esperanzas de encontrar nuevos mundos. Cuando era pequeño mi padre solo hablaba de eso. "Bueno, lo he leído tantas veces que me lo sé de memoria." Le puse una sonrisa a Zaide. "Jajajaja, supongo que tienes razón. Yo me voy a dormir que estoy cansado. Buenas noches..." Con eso Zaide se despidió, se dio la vuelta y empezó a dormir. "Descansa." Le respondí. Yo me senté en la ventana. La verdad es que teníamos suerte con la habitación. El orfanato estaba un poco apartado del centro de la ciudad, por lo que no había muchos edificios cercanos, y estaba situado encima de una pequeña colina, por lo que se veía bastante bien desde aquí. La palabra sería panorámica, es una palabra que usa mi madre en el libro y que gracias a Hilma sabemos lo que es. "Buenas papá, buenas mamá." No hablo en voz alta para no molestar y porque me da vergüenza, pero les dedico mis pensamientos a mis padres. "Hoy ha sido otro buen día. Estamos ya cerca del año nuevo y dentro de poco Zaide y yo dejaremos el orfanato... ¿Estará todo bien verdad? Tengo un poco de miedo, ya dentro de poco iré a la escuela de supervivencia, el primer paso para ser un aventurero como vosotros… Os echo de menos…" Una lágrima recorrió mi mejilla hasta que me la quité con el dedo. En ese momento, mientras veía el cielo, pasó una estrella fugaz. La semana siguiente estuvimos preparando el orfanato, es decir, limpiando el orfanato, arreglando la ropa rota, matando las ratas, y cosas así. La idea es dejar el orfanato como nuevo. En la mañana del último día del año el señor de la ciudad y su familia vienen al orfanato a saludar. Lo hacen como muestra de apoyo, según nos contó la señorita Nazeli, así menos gente molesta al orfanato y los niños. Cuando decía eso siempre nos dedicaba una mirada a Zaide y a mí y terminaba diciendo: "Aunque algunos niños intentan ganarse la mala fama a pulso…" El día final llegó y estamos todos fuera en tres filas de 10 personas cada una. Los más pequeños están en la primera, y en la última los mayores y los más altos. Hay muchos niños pequeños en el orfanato, pero muchos de ellos son adoptados por alguna familia, por eso también hay menos niños según la edad va creciendo. "Buenas Hilma. Veo que goza de buena salud." El señor de la ciudad habló. "Es gracias a su apoyo, señor." Diciendo eso la Hilma agachó la cabeza en señal de respeto, la imitamos todos. Con el señor de la ciudad estaba su mujer, su hijo y sus dos hijas. Seguidos por 3 guardias. Abajo de la pequeña colina se podían ver a varias personas, nobles, mercaderes, transeúntes habituales o gente que venía por la celebración de nuevo año y habían escuchado que hoy venía el señor de la ciudad. Por supuesto unos 10 guardias los frenaban a todos de subir. Después de que se dieran una vuelta por el orfanato, y se sentaron con Hilma y la señorita Nazoli a tomar el té, las hijas estuvieron hablando con algunas chicas del orfanato. El señor de la ciudad dedicó unas palabras, por supuesto ese discurso se dio fuera y parecía más dedicado a la gente que observaba que a nosotros, pero como todos los años. "Estos niños han sufrido una desgracia, pero no por ello son menos capaces que el resto de personas. Aquí crecen en un entorno seguro, donde se les da una educación básica. Además aquellos que llegan a la edad de 13 años sin ser adoptados entran en la escuela de supervivencia de la ciudad. Un ejemplo sería el sargento al mando del 5º escuadrón de la ciudad, un gran hombre con un gran sentido del honor. Por eso, desde mi posición como señor de la ciudad apoyo al orfanato 'Nueva Esperanza', y espero que el resto de personas hagan lo mismo." Tras esas palabras todos los espectadores aplaudieron. El señor de la ciudad se fue con su familia y nosotros entramos a comer ya disfrutar de un pequeño festín gracias al señor de la ciudad. Después de aquello pasamos una semana viendo las diferentes obras, hasta que todo empezó a disolverse. Fue cuando llegó el mensajero de la escuela. "Buenas, vengo por parte de la Escuela de Supervivencia de Ferrepa." Se dirigió a mí. En ese momento estaba sentado en la entrada del orfanato. Aunque hacía un poco de frío estaba con uno de los abrigos que hizo Maat, estaba más que bien fuera. "Buenas. ¿Quiere pasar?" Le respondo. "Sí, vengo a hablar con ¿Hilma? Creo que se llama así." Le asentí. "Sígueme." Al ir al patio trasero tuve que pasar por todo el orfanato. Se escuchaban los cuchicheos de los niños. "Es el mayor y siempre causa problemas." "¿Es un guardia? La habrá liado gorda seguro." "Oh, ese que sigue a Joyce es guapo ¿no?" "Parece que te sueles meter en problemas ¿Joyce?" Me puse rojo mezcla de vergüenza e ira. "Lo siento, no es eso, es que a veces me escapo y... " "Sigue, tranquilo, soy un aventurero no un guardia." "Y a veces robo comida. He recibido alguna paliza por parte de los vendedores o causado algún problema al orfanato. Por eso no caigo muy bien." "Jajajaja, ¿alguna vez te planteaste parar de hacerlo?" "Ah…    No." Agaché un poco la cabeza "Jajajaja, me caes bien chico. Me llamo Bernard, maestro aventurero de la escuela de supervivencia. Por lo que veo eres de los mayores aquí." "De hecho este año tengo que entrar a la escuela. Ya cumplo los 13 años." "Oh, entonces nos veremos." En ese momento llegamos al patio trasero. "Hilma es esa señora mayor." "De acuerdo, gracias chico. Nos veremos." Me guiñó el ojo y se fue. Yo volví a mi sitio en la entrada, pero en vez de cruzar el edificio lo rodeé. No quería responder preguntas. Ahí estaba mi querido amigo. "Me han dicho que has hecho algo malo." "Mentiras, ha venido el mensajero de la escuela, solo lo he guiado." Zaide se rio. "¿Cómo era?" "Era super guay, la verdad, parecía inmune a todo. Además es un aventurero, profesor en la escuela." Los ojos de Zaide brillaban. En ese momento vimos un águila pasar por encima del orfanato y en dirección a la ciudad. "¿Un águila?" "Déjalo, te vas a hacer daño de pensar tanto." Me soltó Zaide, en respuesta yo le di una colleja. "Te lo mereces. Tú tampoco sabes lo que es." "Jajaja supongo que tienes razón." Después de eso estuvimos hablando y riendo en la puerta del orfanato. Vimos cómo se ponía el atardecer cuando Zaide dijo. "Ya nos vamos eh. Han sido 8 años." "Viejo." Pero tenía razón, ya nos vamos del orfanato.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD