4
~ El punto de vista de Isabella
La idea de huir me rondaba el corazón por un tiempo. Me preguntaba por qué no lo había considerado antes. Quizás estaba demasiado asustada, demasiado atrapada por el miedo a lo desconocido. Pero ahora, sentada aquí con la mano sangrante y el corazón dolorido, esa idea parecía mi única salida. Si me quedaba, este ciclo de dolor y crueldad nunca terminaría. Mis padres adoptivos seguirían haciéndome daño, Kayla y los demás continuarían su tormento, y yo siempre sería la forastera, la niña humana que no pertenecía.
Huir parecía la única opción real que me quedaba. Dejé que la idea se asentara en mi mente, probándola, sintiendo su peso. Me imaginé dejando atrás este pueblo, rumbo a un lugar nuevo donde nadie me conociera ni conociera mi pasado. Podría empezar de cero y encontrar un lugar donde vivir sin miedo ni vergüenza. Un lugar donde pudiera ser libre de ser yo mismo, sin preocuparme por ser herido o juzgado.
No tenía nada aquí, ni familia de verdad, ni amigos de verdad, ni siquiera un lugar al que pudiera llamar hogar. Pero allá afuera, en algún lugar, tenía que haber algo mejor esperándome. Tenía que haberlo.
Miré a mi alrededor, escudriñando la oscuridad que rodeaba el río. No había nadie a la vista, ningún sonido salvo el suave murmullo del agua y el susurro de las hojas en la brisa. Si me iba ahora, ahora mismo, nadie se daría cuenta. No les importaría. Y tal vez eso fuera bueno.
Sentí que el corazón se me aceleraba al pensarlo, mi pulso se aceleraba con una mezcla de miedo y emoción. Tenía miedo, sí, incluso terror, de lo que me esperaba.
Sabía que no sería fácil. Había tantas cosas que desconocía, tantos riesgos y peligros en el mundo. Pero cualquier cosa era mejor que quedarme aquí, atrapada en este ciclo interminable de sufrimiento. Cualquier cosa era mejor que sufrir una y otra vez.
Respiré hondo, sintiendo el aire fresco de la noche llenar mis pulmones, y me decidí. Lo iba a hacer. Iba a huir. No sabía adónde iría ni qué haría, pero lo averiguaría. Tenía que hacerlo.
Me puse de pie lentamente, con las piernas temblorosas, y me sequé las lágrimas con el dorso de la mano. Era el momento. Era mi momento de liberarme.
Necesitaba reunir algunas cosas y encontrar la manera de salir del pueblo sin que me vieran. Necesitaría comida, ropa y quizás algo de dinero, si es que conseguía algo. Tendría que ser inteligente y cuidadoso, pero podía hacerlo. Podría lograrlo.
Al comenzar a caminar de regreso hacia el sendero que se alejaba del río, un repentino crujido entre los arbustos me dejó paralizada. El corazón me dio un vuelco, el miedo me atenazaba mientras me esforzaba por ver en la oscuridad. Casi esperaba ver a mis padres adoptivos o a Kayla acechando en las sombras, listos para arrastrarme de vuelta a mi miserable vida. Pero no había nada, solo el viento susurrando entre los árboles.
Negué con la cabeza, intentando calmarme.
“Son solo nervios,”Me dije a mí mismo: «Solo nervios y miedo».
Al volver a casa, me sentí aliviada al ver que mis padres adoptivos dormían profundamente. La casa estaba en silencio, y sus fuertes ronquidos llenaban el silencio. Me moví rápido y sin hacer ruido, cogiendo una pequeña bolsa de mi habitación. Metí algo de ropa, algo de comida de la cocina y el poco dinero que había ahorrado. Mi corazón latía a mil todo el tiempo, pero no podía parar. Necesitaba salir antes de que despertaran.
Una vez que lo tuve todo, salí de la casa, asegurándome de cerrar la puerta con cuidado. El aire nocturno era frío, pero no me importó. Me moví entre las sombras, agachado y fuera de la vista. El corazón me latía con fuerza a cada paso, pero seguí adelante, con la idea de la libertad impulsándome hacia adelante.
Llegué al límite del territorio de la manada cuando lo vi, a Jack. Estaba con un grupo de guerreros, haciendo rondas de seguridad. Me quedé paralizada, con el pánico apoderándose de mí. No quería que me viera así, no quería que me detuviera. Pero antes de que pudiera hacer nada, sus ojos se clavaron en los míos.
“¿Isabella?“, preguntó Jack con voz de sorpresa. Sin decir palabra, se acercó y me llevó rápidamente tras un árbol, lejos de la mirada de sus guerreros. “¿Qué haces aquí?“, susurró con urgencia.
No pude contenerlo más. Rompí a llorar, sintiendo el peso de todo sobre mí. «Me voy, Jack. No puedo quedarme aquí más tiempo. Estoy cansado... Estoy tan cansado de todo. Solo quiero escapar de esta miseria».
El rostro de Jack se endureció y entrecerró los ojos. “¿Huir? ¿Te das cuenta de lo que haces? ¡Eres egoísta, Bella! Ni siquiera pensaste en mí, en lo que esto me haría. ¿Te vas a ir sin decir nada?”
Sus palabras me dieron un puñetazo en el estómago. No había pensado en eso. Estaba tan concentrada en escapar que ni siquiera pensé en cómo podría afectarle. “Yo... yo no quise hacerte daño, Jack”, susurré con la voz temblorosa. “Solo pensé que no te importaría”.
Jack negó con la cabeza, su expresión se suavizó un poco. “Claro que me importa, Bella. Me importa mucho más de lo que crees.”
Lo miré, con lágrimas corriendo por mi rostro. “Lo siento”, susurré. “No sabía... No sabía que te sintieras así“.
Jack suspiró, y su frustración se desvaneció en algo más suave, casi tierno. “Solo... prométeme que no harás nada precipitado, ¿de acuerdo? Resolvamos esto juntos.”
Me miró con la mirada firme. «Sé que es difícil, Bella. Pero tienes que volver atrás y aguantar un poco más. Mi coronación será en unos días, en luna llena. Cuando sea Alfa, te prometo que las cosas serán diferentes. Me aseguraré de que nadie te vuelva a hacer daño».
Lo miré con incredulidad. Sentí un vuelco en el corazón. “¿Qué quieres decir con volver?“, pregunté con una voz apenas susurrante. “No puedo seguir viviendo así, Jack. No puedo seguir aguantando sus maltratos”.
—¡Ya no puedo volver a esa vida, Jack! —grité, y mi voz resonó en la oscuridad del bosque. Las palabras me salieron como un aullido de desesperación, una súplica para que comprendiera. Pero antes de que pudiera decir más, Jack dio un paso adelante, con la mirada intensa, y de repente sus labios se posaron en los míos.
La conmoción me recorrió como un rayo. Por un instante, me quedé paralizada, con la mente en blanco. Nunca esperé esto. Nunca pensé que Jack sentiría lo mismo. Pero entonces sentí sus manos en mi rostro, cálidas y suaves, y algo dentro de mí se derritió.
Cuando finalmente se apartó, su rostro estaba tan cerca del mío, su aliento se mezclaba con el mío.
—No quiero que te vayas porque te amo, Bella —confesó con la voz cargada de emoción.
“¿Qué?” exhalé, apenas capaz de procesar lo que acababa de oír.