DAMARIS
Hace una semana que resido en la Residencia Carson. Estoy acostumbrada a la forma en que se comportan aquí. Y he aprendido que Samuel Carson es un hombre muy ocupado, por lo que apenas se queda en casa, pero siempre se queda en casa por la noche, lo que realmente aprecio.
Aarón se ha portado muy bien. Suelo leerle cuentos antes de acostarse. A los niños les encantan los cuentos, ¿verdad?
Mientras tanto, me he acostumbrado a todas las criadas de aquí y he podido conocerlas una por una.
Elisa nos visitó una vez y trajo a Camelia a jugar con Aarón.
Sé que Camelia es su hija adoptiva porque no tiene marido, pero resulta que tiene la misma edad que Aarón.
Me encanta verlos jugar porque Aarón parece muy feliz mientras juega con ella.
Y hoy será otro día ajetreado, supongo.
Me despierto cuando oigo un ruido fuerte en la cocina. Me doy la vuelta y veo que Samuel sigue durmiendo profundamente, así que no me molesto en despertarle.
Voy medio corriendo a la cocina y me encuentro el suelo lleno de harina blanca, que hace que parezca que acaba de caer nieve en una habitación.
Y mi mirada se desvía hacia una pequeña figura sentada en el suelo con harina esparcida por todo el cuerpo.
Yo medio sonrío medio me preocupo ya que Aarón está tosiendo debido a la bocanada de aire.
La criada que estaba cerca me mira con cara de disculpa.
—Intenté impedírselo, pero insistió en hacer la torta él mismo.
Me acerco a él y le ayudo a limpiarse la cara y el pelo. Después, cuando ya está un poco más limpio, le pregunto qué estaba haciendo.
—¿Qué haces aquí, cariño? —. Me mira con expresión culpable.
—Intentaba hacer una tortita—, admite, con la mirada baja.
Hago un gran esfuerzo para no reírme, eso rompería su orgullo. En lugar de eso, le ayudo a levantarse y le doy una palmada.
—Ya sé, ¿por qué no te ayudo a hacer la tortita? —. Me mira con aprobación.
—Muy bien, primero tenemos que preparar los ingredientes—, saco huevos, leche, harina y mantequilla y los pongo sobre la mesa.
Luego, mezclamos los ingredientes y ponemos la mezcla en la sartén.
—¡Quiero probar! — dice Aarón mientras me mira poner la mezcla. —Vale, aquí tienes—, le levanto para que la eche él mismo.
Para mi sorpresa, hace tres tortitas perfectamente redondas. Este chico tiene talento.
—Ahora vamos a pasarlas a platos bonitos y a poner guarnición por encima— pongo tres tortitas en tres platos. Por supuesto, para mí, Aarón y Samuel.
—¿Qué quieres encima? — Le pregunto.
—¡Mermelada de arándanos! — Dice entusiasmado mientras coge la mermelada de arándanos de la mesa. Empieza a exprimirla del tubo y hace una bonita forma de conejo.
—¿No es una monada, mamá? Le doy la razón con la cabeza. Pero no miento, es una monada.
—Vuelvo los ojos y veo a Samuel de pie junto a la puerta, en todo su esplendor.
—
SAMUEL
Esta mañana me he levantado sin encontrar a Damaris a mi lado. ¿Adónde habrá ido?
Compruebo la hora y me pongo los pantalones antes de salir de la habitación.
En el pasillo, puedo oler el dulce aroma de la cocina. ¿Estarán haciendo tortitas? Qué oportuno, ahora tengo un poco de hambre.
Me dirijo a la cocina, y lo que veo a mi alrededor es algo que nunca había visto antes.
Me escondo en una posición donde todavía puedo verlos sin que me vean.
Damaris está haciendo panqueques con Aarón, puedo ver como Aarón se esfuerza por poner la mezcla en la sartén mientras ella lo sostiene en alto.
Parece que se están divirtiendo mucho.
Los pone en tres platos, lo que significa que también los están haciendo para mí. Es muy considerado por su parte.
Luego, Aarón decora su tortita con mermelada de arándanos, parece que hace dibujos de conejitos con ella.
Vale, no puedo soportar esconderme más.
—Iré con cariño— digo, haciendo que sus ojos se vuelvan hacia mí.
—¡Papá! — Aarón dice contento, parece que hoy está de buen humor.
—Oh, claro— Damaris coge un poco de miel y la vierte sobre mi tortita y la suya.
—Vamos a comer juntos— digo mientras llevo dos platos al comedor. Seguido por Aarón y Damaris que trae su parte de Pancake.
Los tres disfrutamos tanto de la comida que nos olvidamos del tiempo. El pequeño Aarón nos explica todo lo sucedido, nunca antes había sido tan hablador. Debe ser por Damaris.
Entonces noto que Damaris tiene un poco de miel en el labio.
Por reflejo, no, más bien por intención, le doy un rápido beso en los labios mientras le quito la miel.
—¡Samuel! — Dice avergonzada, con las mejillas ligeramente enrojecidas.
—¿Qué? Digo fingiendo no saberlo.
—No delante de él—. Sus ojos se desvían ligeramente hacia Aarón antes de volver a los míos.
—Papá besa a mamá—. Aarón dice boquiabierto, fingiendo sorpresa.
—Eso es porque papá la quiere—, le digo mientras le froto la cabeza.
—
Eso estuvo bien, sin darme cuenta ya tengo una gran sonrisa en mi cara mientras camino hacia mi oficina. No me importa si los sirvientes me miran con cara de sorpresa o hechizados, ahora mismo, lo que más importa son Damaris y Aarón.
Llego a mi despacho y, al girarme hacia mi mesa, veo una invitación de la empresa Silver Lining: es el duodécimo aniversario de su empresa y van a celebrar una fiesta multitudinaria.
Se están peleando conmigo.
Silver Lining es la empresa del nuevo marido de mi ex mujer.