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4078 Words
Katherine Cualquier cosa que dijera mi madre al principio no tenía sentido. Ahora tener solo una maleta parecía lo más útil del mundo. Miré mi cámara y solo pensé en borrar las memorias de ese viaje sin sentido. Quería borrar todo de mi cabeza y aceptar el hecho de que importaba una mierda que él fuera mi padre biológico. Josh era mi único padre en todos los demás sentidos, no debía buscar a nadie más. — ¿Vas a volver? —la voz de Teresa sonaba agotada debido al resfrío que tenía hace un par de días—. Sonaba tan agradable. —Dijo que estaba en una fase—escuché su risa y me molesté aún más—. ¡No te burles! —Solo dale otra oportunidad, Katherine. Como siempre, seguí los consejos de Teresa. Consejos que mayormente tenían algo bueno a la larga, pero al principio solo eran un desastre. Organicé un encuentro con Ronan en el que se convirtió en mi café favorito. Bel Café estaba a solo una cuadra del hotel en el que me estaba quedando y, según yo, era una movida inteligente considerando mi respuesta a los dramas: salir corriendo. Pero ahí estaba, mirándolo de frente mientras le pedía a la mesera unos terrones de azúcar para su cappuccino. Intenté distraerme con el agradable aroma de ese café en las mañanas primaverales, pero me parecía más distractora la forma en que Ronan se sentaba. Sus hombros hacían una orgullosa línea recta y su mentón jamás bajaba, ni siquiera para mirarme. Solo movía sus ojos y noté que estaba más nervioso que yo. —Sobre la otra noche... —Olvídalo. Es mi culpa—le di un sorbo al café y dejé la taza en su lugar—. No te di el tiempo de explicarte. Pensé que al ser ambos homosexuales nos llevaríamos bien y eso nos haría cercanos, pero me equivoqué. No puedes juzgar a alguien por su orientación s****l, menos puedes saber que eso se convertirá en una especie de lazo espiritual entre un padre ausente y una hija esperanzada. —Eres divertida—su sonrisa me desconcertó unos segundos, pero siguió revolviendo su café —. Dices que es tu culpa, pero de todos modos no pierdes el tiempo en dar una crítica potencialmente cruel. —No es cruel, es la verdad. Traía demasiadas esperanzas en esto y me jugaron en contra. —Lo sé y yo intenté actuar como el padre que jamás fui. Tengo más culpa que tú en esto, por eso quiero saber todo—le levanté una ceja antes de negar con la cabeza—. Cuéntame quien es la chica. — ¿Mi novia? —asintió y llevó la taza a sus labios. Acomodé mis dedos en la mía y suspiré. Realmente no sabía que quería hablar de ella hasta que lo propuso—. Tal vez la conoces, es la única hija de tu mejor amiga de escuela. — ¿Dulce? —asentí y él cambió de postura. Se recostó en su silla y lució agotado—. Wow. Nunca dejó de sorprenderme lo pequeño que es Chicago. ¿Ella...se parece? Solo la vi un par de veces cuando era pequeña, pero imagino que...se parece más ahora ¿No? —Sí—vi el atisbo de una sonrisa, luego afirmó sus codos sobre la mesa y me miró atento esperando que continuara—. Se llama Devora, tiene veintiséis años y probablemente vamos a casarnos. La sorpresa en su rostro fue genuina cuando nombré el tema del matrimonio, pero dejó el tema flotando, como si fuese a retomarlo después. Algo más sorprendente atrajo su atención. — ¿Qué te pasó en el rostro? —miré mis manos y no dije nada por largos segundos. Me había matado cubriendo las cicatrices con el maquillaje, pero simplemente no era tan buena en eso —. ¿Te gustan los gatos? Sonreí y negué con la cabeza. Las cicatrices ya no dolían, los recuerdos solo un poco. —Una chica me cortó—abrió los ojos en exceso y sonreí—. No quiero hablar al respecto. — ¿Fue porque eres lesbiana? —negué con la cabeza y él se acercó más para verme de cerca. Sentí deseos de llorar—. ¿Quién fue? Una rusa mafiosa que estaba obsesionada con Devora. Ya está recibiendo su merecido—me miró con duda y reí—. Lo sé, muy casual ¿No? — ¿Fue por celos? —intentó tocarme, pero me alejé bruscamente—. Háblame más de Devora. — ¿Para que la odies como mi madre? —Habla. Su tono me asustó un poco, pero pensé que era mi oportunidad dar mi punto de vista sobre Devora y nadie podía decir lo contrario porque él no la conocía. —Ella es... —lo miré a los ojos y me levantó las cejas. Nuevamente sonreí, pero solo porque estaba pensando en las cualidades sexuales de Devora—. Es perfecta. Él sonrió y asintió y yo me reí de mí misma mientras él bebía café. — ¿Cómo te sientes respecto a ella? Aparte de enamorada. —Es mi primer novia, mi primera todo, de hecho. Nunca me había sentido más cómoda y aceptada con alguien, pero más que todo, jamás me he sentido tan amada—volvió a asentir y me miró atento—. Me cambió para bien. Yo...tenía tanto miedo todo el tiempo, de mí misma y lo que podía ser. No quería intentar nada que pudiera exponerme. Si no la hubiera conocido seguiría oculta en mi pieza. Si ella no te hubiese buscado, no estaría aquí. — ¿Crees que estás en deuda con ella? Lo miré a los ojos unos segundos. Estaba ahí analizándome como todos. Sabía que luego de tendría una opinión científica para mi enamoramiento. —No, lo que hemos hecho la una por la otra no ha sido un favor o algo así. He llegado a la deducción de que el amor no debe ser algo forzado, al menos el nuestro no lo es—le di un sorbo al café y negué con la cabeza—. ¿Pensar en cosas que podrían hacer feliz al otro y evitar las que no? Eso es porquería. Nos conocemos a un nivel en el que sabemos eso inconscientemente. Yo lo entiendo, pero ¿Tú lo entiendes? Creo que lo hago sonar muy complicado. Ambos reímos, pero él se quedó unos largos segundos viéndome reír. No fue tan incómodo como pude imaginar. —Entiendo. Me gusta mucho que no seas de esas personas que ponen el amor como un asunto con leyes y cosas que deben hacerse y no para que funcione. —Exacto, creo que pierde el sentido. No funciona igual para todos—él asintió y me encogí de hombros—. Aunque sí creo que es muy necesaria la confianza. Debería ser la única ley. También la honestidad. —Entonces si hay leyes—iba a excusarme, pero él se encogió de hombros y sonrió—. Entonces ¿La amas? —Claro que la amo—con su mano me indicó que continuara mientras él bebía su segunda taza de café—. Es una chica complicada, muy reservada. Ha creado una fortaleza y se ha encerrado en ella. Es muy difícil conseguir su confianza y es un privilegio estar entre las únicas personas que han logrado cruzar los muros, pero a pesar de todo ha sido tan fácil amarla...casi como respirar. —No me sorprende, su madre era un ángel—su mirada se perdió dentro de la taza y sonrió con melancolía—. Nunca conocí ni conoceré a alguien como Dulce. Recuerdo cuando la vi la primera vez y tenía doce años. Entró a la escuela siendo seguida de todas sus hermanas y en el primer recreo ya estaba en rectoría por haber golpeado a un chico que estaba molestando a su hermana menor. Sonreí y me acomodé para escuchar su versión de Dulce que, curiosamente, fue la primera versión tan extensa que yo conocía. Devora jamás la nombraba, Damian tampoco. Al parecer su recuerdo dolía más y lo entendía porque a los ojos de Ronan, Dulce era magnifica y al finalizar la mañana sentí algo muy extraño en mi pecho, probablemente una de las cosas que jamás cumpliría, pero que deseaba. Haber conocido a la madre de Devora. —Creo que ella jamás dejará de culparse por eso—Ronan y yo caminábamos por la cuadra en dirección al hotel luego de que terminara de contarle sobre la muerte de Dulce y la culpabilidad con la que cargaba Devora—. Es tan doloroso no poder convencerla de lo contrario. —Sé por qué Dulce respondió como lo hizo. Es sobre lo que te decía cuando te molestaste esa noche. Es muy difícil esta vida, ella vio de cerca lo que yo sufrí. Como padre, he pensado constantemente en cuan preocupante sería darme cuenta de que uno de mis hijos es homosexual, pero no me preocupa el hecho en sí. Me preocupa el sufrimiento que viene con ello, por lo mismo me enfoco tanto en cambiar la visión de la comunidad dentro de otras. La gente puede ser tan cruel, Katherine, dejan heridas que jamás cicatrizan. Tal vez yo no he estado presente, pero daría lo que fuera con tal de evitar tu sufrimiento y el de tus hermanos. Le sonreí y finalmente mis genes me empujaron a abrazarlo, pero durante ese abrazo lloré por algo muy distinto que el tema de la sangre y el ADN. Había encontrado lo que esperaba. Encontré a un padre y ahora podía regresar a Estados Unidos tranquila y feliz. Sin sentir que algo pesaba en mi corazón. Además, si me iba en unos días alcanzaría a llegar con anticipación al cumpleaños de Cody. Devora había estado hablando sobre cuán estresante era organizar todo y al mismo tiempo, estar preocupándose del juicio. Sería imposible que les quitaran a Cody, habían pasado muchos años y a pesar de la curiosidad que él sentía por su padre, seguía eligiéndolas. Sonreí y me alegré cada vez que escuché eso viniendo de Devora, pero seguía sonando preocupada. Como si tratara de convencerse a sí misma. Podía notar sin verla que estaba pasándola mal, de que había algo más estresándola y si le preguntaba lo negaba. Decía que solo era el miedo de perder a Cody. Mi último día en Vancouver hice muchas llamadas, pero hubo dos muy interesantes. Una de ellas fue la penúltima, Teresa, que estaba muy resfriada hace un día, pero cuando la escuché al teléfono sonaba energética. — ¿Qué estás haciendo? —mastiqué mi barra de cereal y escuché su respiración agitada y las repentinas risas que soltaba—. ¿Debo llamar después? ¿Hay algo entre tus piernas? — ¡No! —su grito me hizo reír y me senté—. Estaba trotando. —Es la mentira más usada, Teresa—intenté sonar clara sin dejar de comer, pero era muy difícil—. ¿Estás teniendo sexo? —Claro que no. Estoy corriendo con Cookie. —Claro que sí, Devora y yo siempre corremos—comencé a reír antes de escandalizarme y gritar—. ¿Qué? ¡No, no, no! Devora las va a matar... —En serio estamos corriendo, Katherine. No tengo sexo con cualquiera—ambas guardamos silencio y solo se escuchaba a Cookie riendo escandalosamente ante el comentario de Teresa. Honestamente, también quería reír—. Estaré esperándote en el aeropuerto. Será muy divertido todo. — ¿Qué exactamente? Oí nuevamente la risa de Cookie y Teresa se le unió. Luego se escuchó algo de interferencia y la llamada se cortó. Rendida, puse los ojos en blanco, preparándome para la segunda. —No. No lo traerás aquí, Katherine—el tono inflexible de mamá siempre era señal de rendición. Jamás ganaría a eso, pero ya no era la misma Katherine que aceptaba lo que no quería—. Entiendo que quisieras conocerlo, pero no puedes obligarme a enfrentarlo. —No te estoy obligando, mamá. Solo quiero que no hagas comentarios para Kevin y Keith. Yo hablaré con ellos y con pa...Ronan—obviamente no respondió ante la forma en que casi me referí a él, pero esperé que lo hiciera hasta que mi paciencia se agotó—. Escucha, lo haré. No estoy pidiéndote permiso, solo te aviso. — ¿Qué quieres obtener de esto? Kevin y Keith no lo quieren conocer y lo sabes. —No quieren porque tú has creado una historia para ellos. No has dejado que sepan toda la verdad ¿Cómo pudiste ser tan cruel? —el silencio se esparció rápidamente, pero no dejaría que fuera duradero. Estaba muy molesta y herida respecto a sus decisiones—. Nos privaste de un hombre que pudo ser un gran padre. De hecho, no hay duda: él es un gran padre. —Él no es un hombre, Katherine. Es un canalla que estuvo años engañándome, burlándose de mí y del amor que sentía por él. ¿Qué clase de ejemplo habría sido para mis hijos? —Por una vez en tu vida admite que te equivocaste. Fuiste cruel y sigues siéndolo conmigo y al fin lo entiendo. No es porque sea lesbiana o por Devora, es porque te recuerdo a él. —Tú no eres en nada como él, Katherine. —Soy más parecida a él que a ti, mamá. Y si realmente me quieres vas a tener que aceptarme de una maldita buena vez. Estoy cansada de pelear contigo. Me preparé para cortar la llamada cuando me di cuenta de que su silencio no solo era por molestia. Estaba llorando. —Si son iguales, ninguno tuvo consideración conmigo. El daño que me hizo tu padre es irreparable, intenta comprenderlo alguna maldita vez, Katherine—cerré los ojos cuando dejó de hablar y su llanto no se detuvo—. Adoré a Devora desde que la vi porque, a diferencia tuya y de tu padre, ella no dejaba de pensar en el daño que le hacía a los demás. Ella no era egoísta y sufría por eso. Ustedes solo quieren su felicidad y que los acepten como si ustedes aceptaran a los demás. —Mamá...es muy diferente... —No, no lo es. Soy tan humana como ustedes ¡Pero no! ¡Dios tenga misericordia de ustedes! Es tu decisión, Katherine, pero lo quieras o no arrastras a toda tu familia con ello. —Ya perdiste el punto—miré la hora en mi reloj y suspiré—. Espero podamos hablar todo en casa ¿Está bien? —Buen viaje, hija. Como siempre, me cortó. Una vez con mis maletas listas bajé con dirección al lobby en donde Gary y Ronan jugaban con el cabello de Rachel que no podía evitar poner los ojos en blanco. Una vez que me vio cambió de inmediato y se alejó de ellos para ir a mi encuentro. —¿Me llevarás a Hollywood? —Es una buena idea, ni siquiera yo conozco Hollywood—le sonreí, pero mi sonrisa acabó cuando vi la preocupación en el rostro de Ronan—. ¿Qué sucede? —Tuve que retrasar nuestros pasajes. Surgió algo en el consejo y tenemos una reunión muy importante en English Bay ¿Te quedas a esperarnos? Son solo tres días y vas a adorar el lugar. Suspiré algo triste porque ya había hecho las llamadas y todos sabían que volvía, en especial Devora que no se había cansado de exigirme que volviera a cumplir mis obligaciones de novia. Extrañaba tanto a todos, pero más a Devora. Me sorprendió lo rápido que me había acostumbrado a vivir con ella y lo fácil y agradable que era cualquier tipo de rutina a su lado; despertar, comer, salir, bailar, reír, dormir, todo era mejor si era con ella. Hasta las cosas más sencillas como ir de compras al supermercado o caminar por el rancho. A medida que se cumplía un mes lejos me entristecía tanto notar que su voz no era igual por teléfono, pero me alegraba rápidamente cuando decía que me amaba. Eso seguía sintiéndose igual, pero llamarla para decirle que tardaría tres días mas no le pareció. No se despidió ni se dio el tiempo de decir que me amaba, solo dijo: Algún día nos veremos de nuevo, chica canadiense. —Los tres días pasarán volando. Te encantará English Bay y el resto de costa de Vancouver. Hay lugares hermosos, espero poder llevarte: tu padre estará muy ocupado. —Es tema serio ¿No? —Gary asintió—. Debe ser increíble ser parte de algo así. —Se requiere de mucha valentía. Yo siempre he preferido mantenerme en las sombras, pero tu padre ha luchado tanto y ha recibido palizas épicas, pero no se cansa—le sonreí al darme cuenta del orgullo con el que hablaba de su esposo—. Veo mucho de él en ti, Katherine. La cabaña en la que se organizó la reunión era la cabaña más lujosa que había visto. Daba risa que la llamaran así siendo que era un hermoso loft que recibió a todos los líderes y voceros de la mayor parte de grupos y organizaciones l***q+ en Canadá. Conocí a muchas personas y Ronan solo debía decir mi nombre para que causara sensación porque todos sabían quién era y por lo que él pasó. Luego de casi dos horas me di cuenta de que jamás dejaría de conocer personas. Cuando algunos se iban, otros llegaban y de la nada apareció la única persona de mi edad. —Katherine, esta es Dilara—dejé de echarme bombones a la boca y le estiré mi mano a la chica. La mecí un rato antes de mirarla: era hermosa—. Es hija de uno de mis primeros amigos canadienses. Una muy buena familia y amigos muy confiables. La chica dijo algo modesto al respecto, pero seguí mirando sus ojos negros rodeados de pestañas negras. Había algo que me mantuvo como estúpida y en silencio, de seguro era la forma de sus ojos y como se hacían una línea delgada cuando reía ante los comentarios de Ronan. Me recordaba a Pocahontas. Mi primer crush. —Katherine ¿No? —finalmente escuché su voz y dejé de pensar en sus ojos para intentar identificar su acento—. Es un placer conocerte. —Sí, Katherine...lo es, mi nombre...—cerré los ojos maldiciendo mi estupidez y más me maldije cuando oí risitas y el calor subió a mis mejillas—. Es un placer conocerte también, Dilara. —Lara ¿Le mostrarías la costa a Katherine? De seguro ambas están aburridas entre tanta gente mayor. Aprovechen que Rachel se durmió y no se les pegará. Ronan nos guiñó el ojo a ambas y lanzó las llaves del auto hacia la chica. —Bueno, asumo que soy la única con licencia internacional ¿Te gusta cambiar la música? Asentí porque era lo único que podía hacer. Seguía muy muda con respecto a su belleza así que solo la seguí hasta estar en el asiento de copiloto. Aproveché que se ponía el cinturón para darle la atención que se merecía. Tenía un largo cabello n***o como sus ojos y una piel bronceada brillante, sin mencionar su altura y cuerpo delgado con atributos perfectos. Parecía sacada de alguna película sobre la selva, en el mejor de sus sentidos: lucia como una amazona o alguna mujer de una belleza exótica que no verías en cualquier lado. Yo estaba acostumbrada a ver mujeres hermosas. Veía a una increíblemente hermosa cada día, pero esta era la primera chica que me hacía sonreír solo con ser bella y no me interesaba nada más. — ¿Puedo fotografiarte? —me miró al mismo tiempo en que encendió el motor del auto. Su mirada era sorprendida y por primera vez yo había puesto nerviosa a alguien—. Estudio fotografía, sería algo muy profesional. —Me lo imagino—me sonrió y manejó lejos de la cabaña, pero me miraba de reojo a cada segundo—. ¿Así que vas por la vida fotografiando personas porque son guapas? Reí negando con la cabeza y busqué la cámara en mi bolso. —Estás en mi enfoque, solo es por eso—soltó una risa y la enfoqué viéndome a través del lente—. No mires, no te estoy fotografiando a ti. —Claro que sí, déjame hacer mi mirada—reí cuando hizo un extraño guiño a la cámara y la tomé. Luego saqué un par más cuando no miraba—. Entonces, te llamas Katherine y estudias fotografía ¿Qué más hay de ti? —Bueno, ya me tachaste como una loca que fotografía lo bello de la vida. Eso resume mucho. —Resume un poco—bajé la cámara para mirarla de una manera más real y me sonrió enviando un escalofrío a mi cuello—. No hagas que te encasille en el prototipo de tu país. Reí y dejé la cámara para acomodarme mejor en el asiento y contemplar la costa. —Bueno. Me gusta mucho todo lo que es fotografía, también me gustan los perros y los tragos frutales—sonrió y asintió—. ¿Se puede conseguir uno cerca de aquí? —Si sales conmigo tendrán que ser unos cuantos. —Oh, una chica con problemas. —Tengo muy buena tolerancia al alcohol, te sorprendería. Jamás he estado ebria en toda mi vida—asentí sorprendida y ella asintió—. Soy de problemas sencillos: mantener mi cabello, conseguir helado de agua por mayor y la universidad. — ¿Qué estudias? —Biología marina. Conseguí una beca y dejé a mi familia en Turquía. Me encontré aquí con mi padre, como tú—me acomodé mucho mejor cuando su historia mi atrapó—. Mamá lo conoció en un tour por Egipto y es la historia más corta y épica: se gustaron, me hicieron y fin. Papá siempre ha respondido como padre, pero nací en Asia y parecía tan terrorífico Norteamérica. Ni siquiera me gustan sus películas, pero si me gustan sus series. Soy una persona de historias largas. Reí y toqué su hombro solo por impulso, pero ni siquiera fue incómodo. —Dime que lo dices por Girls. — ¡Sí! —ambas reímos y más deseos sentí de reír cuando ella puso sus ojos en blanco fingiendo placer—. ¡Adoro todo! Desde The Walking Dead hasta Friends—volví a reír, fue tanto que incluso pensé que no había dejado de reír en ningún momento. Me sentía un poco estúpida—. Aun así, no era suficiente la seducción como para dejar mi patria, pero bueno, la beca era un sueño y es completa. Puedo trabajar y enviarle dinero a mamá y a mis ocho hermanos menores. — ¡Ocho! —ella sonrió y asintió como si fuera lo mejor del mundo—. Wow, suenas increíble—cerré los ojos y escuché su risa. Debía dejar de decir en voz alta lo que pensaba—. Yo...no tengo responsabilidades aparte de mis estudios. Tengo amigos, tengo...novia—me sorprendió atraer su atención tan rápido—. Responsabilidades de ese tipo. —Las relaciones sentimentales jamás me han parecido responsabilidades. Creo que si hay un sentimiento todo lo demás es fácil. — ¿Tú tienes pareja? —No, tuve algo como una novia en la universidad de aquí. Fue algo muy nuevo para mí. Siempre he salido con chicos, pero al llegar atraje demasiado la atención de ambos lados. Soy un imán para esas cosas—reí y ella me miró—. Tu novia tiene mucha suerte. Eres muy hermosa—mis mejillas ardían cuando me sonrió y volvió su vista al frente—. Vaya lástima. Me senté de frente y traté de disimular mi respiración agitada, pero esa conversación de no más de cinco minutos me puso más expuesta que cualquier otra. La chica no solo era bellísima, había causado algo más en mí, algo que solo Devora causaba con mirarme y saber eso me asustaba casi tanto como me emocionaba. Si habían sido así un par de minutos no podía ni imaginar cómo sería el resto del día, pero definitivamente no terminaría con una llamada a Devora.
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