—¡Epa, chicos! ¿Cómo están hoy? —exclamó Deglis al entrar a la librería, rebosante de su energía habitual. Su sonrisa iluminó el espacio, y su voz vibrante captó la atención de algunos clientes curiosos. Luego, dirigió una mirada pícara a Karen, alzando una ceja con complicidad—. Hola, pérdida. ¿Ese novio que tienes te tiene derechita? El señor Juan, dueño del lugar, alzó la mirada desde el libro que leía y esbozó una sonrisa divertida. Karen soltó una carcajada mientras recogía el paquete que había venido a buscar. —Mi amor, no sabía que estaba perdida —respondió con frescura—. Pero como puedes ver, estoy más bella que nunca y súper sana. Se sentía liviana, como flotando. Desde que Deivis había llegado a su vida, lo pensaba a todas horas. Su mente se llenaba con sus mensajes, con su vo

