Después de la propuesta de Michel, regrese a mi departamento a dar vueltas y vueltas en la cama. También a sobar y sobar mi estómago tarareando canciones de cuna a mi bebé. Esos tarareos eran para calmarme a mí misma. Ante lo que estaba a punto de hacer.
Casarme con un hombre que no conocía de mucho, que tenía todas estas conexiones con mi ex, y lo peor, del que estaba embarazada por una noche loca. Pero mientras más rondaba la idea, más atractiva me resultaba. Quería que mi madre me dejase tranquila con lo del matrimonio, porque no había caído en cuenta que aunque le mintiese con lo de la in vitro, igual seguiría con lo de que yo buscase marido.
También vivir bajo un mismo techo sería más sencillo que estar con régimen de visitas, y por supuesto, la idea de tener tanto sexo como quisier
