Para mi sorpresa eso de usurpar la boda de la tal Ana, había hecho las cosas más fáciles para la organización de la ceremonia. La usurpadora me llamaba en estos instantes. Pudimos cambiar lo de la hacienda y la luna de miel para la fecha deseada. Mi madre se enfocó en invitar a cuantas personas se le ocurriese, yo le dije que se controlase, que no habría tiempo. Con todo y eso, mi madre mandó invitaciones (que ella misma hizo) a 100 personas… 100 personas.
Según ellas 100 personas eran solo lo más íntimo de lo más íntimo, yo diría que sería algo como personas indispensables a las cuales presumir que mi hija se casará con un hombre atractivo. Pero quién era para juzgar… ups la novia.
—¿Doris en qué piensas tanto? Te noto lejos de aquí — me comenta Michel parado a mi lado.
Estamos en el
