Mi poder sobre los niños no iba más que creciendo a medida que el tiempo pasaba. Ello porque Elle y yo estábamos de acuerdo en casi la mayoría de las decisiones con respecto a estos. Habíamos acordado que toda decisión con respecto a los trillizos sería un 50/50, porque siguiendo los consejos de nuestra terapeuta, ser padres era un trabajo en equipo. Así que llevábamos en paz esta nueva faceta de mi vida, una bastante dichosa y feliz. Llena de sorpresas nuevas y desafíos que nunca me imaginé tener. Tener tres hijos de un golpe era desafiante, y satisfactorio. A no ser claro, que hablásemos de la parte económica. La otra vez llevamos a los niños a un chequeo general de su salud, y Elle se precipitó a ir a pagarlo ello con su tarjeta. Un gasto cubierto por mi seguro médico. Era muy inútil

