Yo que pensaba que había vivido las más terribles torturas psicológicas y físicas en mi infancia, pase a experimentar una nueva forma de tortura: el secuestro de tus tres niños. Sobre ser padre, había aprendido mucho, sobre amar a tu propia sangre también. Y como era de esperármelo, a quienes amas, esos se convierten en tu punto débil. Me pasó con Elle, y ahora con los trillizos. Los cuales habían sido secuestrados en lo que se creía un plan aficionado para hacer dinero fácil. ¿Los cómplices? Todo este maldito jardín de niños de baja calaña. Las voces temblorosas, miradas mojadas y el olor a sudoración, no se me escapaban de ninguna de las maestras y directora. Sobre todo, de la maestra de Diego, Adrián y Gabriel, que fue encontrada como una vil rata escondiéndose en uno de los baños.

