—Maldita sea una y mil veces — ladró yendo a la derecha — la mierda de .... Esta vez rechino mis dientes para evitar lanzar mi obscenidad número 300 de la noche. Y voy a la izquierda, porque en nada haré un hueco de tanto ir y venir en el despacho de mi casa. No esperaba que este día fuese uno perfecto o de reconciliación con Elle, pero tampoco esto, esta terrible verdad que me agobiaba y aterraba. Tenía tres hijos. Yo era el padre de tres pequeños. O bueno, eso sospechaba, y eso me confirmó la traidora más grande de este mundo, Elle Fernández. Estaba a una prueba de ADN para re confirmar lo que ya sabía en realidad. Esos niños eran muy parecidos a mi padre, a mí, los ojos, los malditos ojos de los Bryrne, de todas las cosas del mundo también tuvieron que heredar. Le había dicho a la

