Dos semanas habían pasado de ese encuentro de pesadilla con Elle, y en lugar de deslavar las emociones provocadas, ellas seguían allí. Lo de la incertidumbre, desagrado, asco y tristeza. Pero sobre todo, furia. Yo estaba muy molesto con Elle por el hecho de que me evadiese de esta forma. Como una niña pequeña que creía que así se solucionaban las cosas. No solo me había dicho que planeaba no tomarse sus vacaciones pendientes, para luego cambiarlo por su berrinche, sino que no importaba que desayunase y almorzase en la casa para tener un chance de aclarar todo con ella... a ella no le importaba. Me seguía evitando como si fuese una profesión, y en cambio se dedicaba a nadar a sus anchas en mi piscina. Además de pasar más tiempo en la casa de sus padres que en la que era su nueva casa. Eso

