Aidan me dijo que no regresase más a su casa, pero después me pidió matrimonio. Por lo que debía considerar que yo regresando a la piscina cubierta, no fuese un gran problema. Pero esta vez el agravio estaba en no presenciar el final de esa reunión que en cierto modo estaba iniciando.
Al entrar era la luz de la luna lo que la iluminaba y la hacía ver más encantadora que nunca. Me senté en la orilla, retiré mi calzado, y sumergí mis pies en ella, el agua estaba cálida al igual que mis lágrimas. No sabía qué sentir, ni a dónde huir, era una tortura, pero el agua aunque sea me calmaba y me hacía sentir menos miserable de lo que era.
—No puedes estar apartada del agua ni un segundo, Elle.
Era la voz de Aidan. Así que con disimulo uso mis manos para secar mi cara. Justo al tiempo de que Ai
