**ALONDRA** Alexander no reaccionó. Ni siquiera la miró. En cambio, se dirigió a mí con esa elegancia que parece diseñada para esquivar balas, con una sonrisa que parecía decir: “Aquí no pasa nada, pero en el fondo, sé exactamente qué estás haciendo”. —Sí, dormí bien. ¿Y tú? —respondió, con esa suavidad que desarma más que cualquier insulto, ignorando deliberadamente el comentario de Victoria, como un Jedi que evita la confrontación innecesaria, con esa calma que solo los verdaderamente seguros poseen. Perfecto. Si él la ignoraba, yo también. Por puro placer. Como cuando te regalan un suéter feo y te lo pones solo para que la persona que te lo regaló vea lo ridículo que se ve. La indiferencia, pensé, es la mejor venganza cuando se tiene el control. —Ese vino me afectó el sueño —dije

