**VICTORIA** Antes de salir, me di la vuelta, dejando la puerta entreabierta, no por descuido, sino como una advertencia, una declaración definitiva. Porque esto no era un juego de niños. Era una guerra entre dos mujeres con un mismo objetivo. Y yo no soy una mujer que pierde. Aparqué frente a la universidad con la excusa perfecta: Biby. Siempre es útil tener una sobrina cerca cuando quieres disfrazar tus verdaderas intenciones. Le mandé un mensaje rápido, tan vacío como nuestro cariño. “Estoy por aquí, ¿necesitas que te lleve?” Sabía que me diría que no, que estaría demasiado ocupada o que preferiría caminar sola. No importaba. Yo no estaba allí por ella. Estaba allí por Alondra. La pobrecita. La recién llegada. La que se pasea por los pasillos, como si el mundo le debiera algo, como

