**ALONDRA** Después de terminar mis tareas —que incluían leer tres artículos, hacer un resumen y no llorar por la cantidad de términos —, me tiré en la cama como si fuera una estrella fugaz que acaba de sobrevivir a un examen de física emocional. Mi dormitorio era pequeño, pero completamente mío. Una lámpara con luz cálida que creaba un ambiente acogedor, una repisa con libros usados más como decoración que como lectura, y una taza con lápices que ya no escriben; sin embargo, ellos me hacen sentir organizada, como si en alguna parte del universo eso tuviera algún valor. Me acomodé entre las sábanas, con el celular nuevo en la mano. Ese celular que parecía tener más poder que mi cuenta bancaria vacía. pantalla luminosa, tacto agradable, batería inagotable. Era como tener un pedacito de

