**BIBY** Sus besos tenían el poder de desarmarme por completo, cada uno de ellos encendiendo aún más la llama de mi deseo. Sentía cómo mi cuerpo respondía a cada roce, a cada caricia, intensificando esa necesidad que crecía sin control. Con una suavidad inesperada, pero firme a la vez, me levantó del escritorio, sujetándome entre sus brazos. Me tomó de la mano y me condujo a través de su oficina, guiándome hacia el rincón más alejado, donde se encontraba nuestro refugio secreto: un dormitorio pequeño, pero increíblemente acogedor, un espacio íntimo donde podíamos ser nosotros mismos. Una vez allí, la impaciencia nos invadió por completo y, con movimientos rápidos y ávidos, nos despojamos de nuestras ropas, liberándonos de las ataduras que nos separaban. La urgencia del momento nos im

