**ALEXANDER** Se movía con una energía desbordante, como si estuviera en una búsqueda del tesoro, tocando libros con cuidado reverente, levantando objetos con una curiosidad insaciable, inspeccionando mi colección de bolígrafos como si fueran piezas de museo, cada uno con su propia historia y misterio. En un momento, juraría que intentó descifrar el código secreto de mi grapadora, como si fuera una antigua reliquia con un significado oculto solo para ella. —Deja de tocar mis cosas. —No te enojes, me gustan tus cosas. —guiñándome un ojo. Era un torbellino de energía en mi santuario zen, una ráfaga de caos en mi vida perfectamente metódica. Yo, que organizaba mis carpetas por tonalidad cromática, por tamaño y por frecuencia de uso, la observaba con una mezcla de fascinación y pánico. Er

