**ALEXANDER** Lo envié sin más dudas, sin esperar una respuesta inmediata, sin analizar cada palabra como si fuera un contrato internacional. Y me quedé mirando la pantalla, esperando esos tres puntos que indican que alguien está escribiendo. Llegaron a los pocos minutos. Mi corazón se aceleró involuntariamente. La respuesta fue como un balde de agua helada. “Bien. Todo bien. Gracias por preguntar”. Palabras secas y distantes. Como si estuviera respondiendo a un conocido que pregunta por cortesía. Escribí inmediatamente: “Te noto distante. ¿Está todo realmente bien? ¿Pasó algo?” La respuesta tardó más esta vez, pero cuando llegó, el mundo se detuvo. “¿En serio me preguntas eso? Después del mensaje que me enviaste diciéndome que te dejara tranquilo, ¿qué estabas muy ocupado para ‘esta

