**ALEXANDER** Busqué en sus ojos una señal de comprensión, un indicio de que mis palabras habían calado en su joven entendimiento. Al mismo tiempo, me preguntaba si era necesario establecer límites más claros, definir los contornos de nuestra relación para evitar confusiones futuras. La línea entre el cariño y el respeto, entre la inocencia y la imprudencia, a veces se difuminaba en la dinámica entre un adulto y un niño, y era mi responsabilidad guiarla a través de ese laberinto emocional. Me senté a su lado en el suave mueble, sintiendo la cercanía y anticipando el momento. Ella, absorta en sus pensamientos, jugaba distraídamente con sus dedos, moviendo su mano con una delicadeza que me cautivaba. Parecía indecisa, como si estuviera calibrando la situación y midiendo la distancia entre

