**ALONDRA** El mensaje de Alexander seguía ahí, en la pantalla, como una mancha que no quería borrar, ya que averiguaría su procedencia e intención. Pero por primera vez en días, él no era mi prioridad. No era mi urgencia. No era mi necesidad más apremiante. Mi madre era todo eso y más. Su bienestar es lo que más deseo. Porque había entendido algo en esa sala de espera que olía a miedo y desinfectante: lo único realmente importante estaba del otro lado de esa puerta, luchando por quedarse conmigo. Todo lo demás era solo ruido. Hermoso, quizás. Emocionante, sin duda. Pero ruido al fin y al cabo. Biby se levantó para estirar las piernas y me dejó sola por un momento. Me abracé a mí misma, como si pudiera contener todo lo que sentía. Y me prometí que cuando mi madre saliera —porque iba a s

