**ALONDRA** Sus palabras me golpearon como una bofetada de realidad. Finalmente, entendí que no había sido egoísmo ni necedad, lo que la había llevado a ocultarme todo. Había sido el mismo amor feroz e incondicional que me había protegido toda la vida, solo que ahora se había convertido en una prisión para ambas. Me acerqué a ella lentamente y la abracé. Por primera vez en mucho tiempo, quizás por primera vez en mi vida adulta, la sentí frágil, pequeña, completamente humana. Sus hombros, que siempre me habían parecido capaces de cargar el mundo entero, temblaron ligeramente contra los míos. —No voy a dejarte sola en esto, mamá. Jamás —le susurré al oído, y sentí cómo se tensaba en mis brazos—. No me importa si tengo que trabajar doble turno, si tengo que pedir ayuda a toda la familia, s

