**ALONDRA** La luz del sol se filtraba por la ventana, suave y dorada, pintando rayas tibias sobre las sábanas revueltas. Era esa luz especial, la que solo aparece cuando el mundo parece conspirar a tu favor, como si el mismo sol estuviera enamorado y quisiera compartir su felicidad conmigo. Y yo… yo simplemente flotaba en esa luz, dejando que me envolviera como el abrazo más perfecto. Me levanté con una sonrisa que no necesitaba de un espejo para ser real. Era una sonrisa que nacía desde adentro, desde ese lugar secreto donde guardamos nuestros sueños más bonitos. El frío del piso no me molestó; más bien, me despertó completamente, como si cada paso fuera un “sí” rotundo a la vida. El café no me supo amargo, sino que cada sorbo me sabía a mañanas por venir, a conversaciones pendiente

