**ALONDRA** Mi madrina extendió su mano y tomó la mía, apretándola con la calidez que recordaba de mi infancia. Sus propios ojos estaban húmedos, brillantes, con lágrimas contenidas. —Lo sé, mi amor. Lo sé perfectamente. Pero tu madre es tan terca como el día es largo. Está convencida de que protegerte de esto es lo mejor que puede hacer por ti. No entiendes que al ocultártelo te está haciendo más daño. Se inclinó hacia delante, acercándose más a mí. —Pero ahora que lo sabes, ahora que tienes toda la información, necesitas hacerle entender que no está sola en esto. Que no tiene que cargar con todo el peso del mundo sobre sus hombros. Que tú eres lo suficientemente fuerte y madura para estar a su lado durante lo que venga. En ese instante, con la claridad dolorosa que solo trae la c

