**BIBY**
Subí las escaleras, un escalón a la vez, con la urgencia de quien quiere escapar y el sigilo de quien no quiere ser descubierta. Quería llegar a mi santuario, mi habitación, antes de que el radar emocional de mamá, Elsa Montenegro, se activara. Ella tiene una forma casi intuitiva de leer la alegría en el aire y transformarla en un interrogatorio sobre mis intenciones, mis compañías, mi futuro. Siempre sabe cuándo algo no cuadra, cuando una sonrisa es demasiado forzada o cuando mis ojos brillan con secretos que no debo tener.
Cerré la puerta con suavidad, casi con reverencia. Me quité los zapatos, dejando que el silencio me envolviera, y me dejé caer sobre la cama, respirando hondo. El perfume de Marcus aún estaba en mi blusa, una sutil mezcla de vetiver, sándalo y la familiar
